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Domingo 03 de mayo de 2015

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Revista Dominical

Gumercindo Rivera López ideólogo y gestor del sindicalismo boliviano

03 may 2015

Por: Juan R. Laura Andrade

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El ideólogo y gestor del movimiento sindical boliviano, Gumercindo Rivera López, igual que el actual Presidente Constitucional del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales Ayma, emergió del Chapare, para asentarse en Uncía, provincia Bustillo del Departamento de Potosí y convertirse en uno de los primeros líderes de los obreros bolivianos.

La historia del movimiento sindical boliviano reconoce a Gumercindo Rivera López como al principal ideólogo y gestor del movimiento obrero-sindical boliviano. Los dirigentes sindicales, trabajadores y las autoridades del Estado Plurinacional de Bolivia ignoran a este boliviano, que gracias a su valiente decisión de organizar una de la primeras agrupaciones sindicales de los obreros de Bolivia, se inició la lucha obrera para enfrentar los abusos y arbitrariedades de los amos de cabellos rubios y alma negra, como se manifiesta en la obra “La masacre de Uncía”

Gumercindo Rivera López, de ocupación peluquero, nació en Sacaba-Cochabamba el 20 de enero de 1888. Sus padres fueron Francisco Rivera y Narcisa López. Cuando aún era niño y huérfano se vio obligado a dirigirse al Chapare para trabajar en la agricultura en una hacienda de sus tíos.

En año 1907 cuando se puso en vigencia el Servicio Militar Obligatorio en el país, a sus 19 años se enroló a una Unidad Militar de Caballería que no tenía un lugar fijo de residencia y que sus efectivos eran obligados a deambular por diferentes sectores del territorio nacional en busca de pastizales y agua para los caballos.

Después de permanecer dos años en el Ejército, donde aprendió el oficio de peluquero, al ser licenciado del cuartel retornó al Chapare para reiniciar su trabajo en la agricultura. Las condiciones no eran favorables en ese lugar y por ello decidió buscar nuevas alternativas de vida y el destino lo llevó a Uncía, donde instaló un pequeño taller de peluquería.

En ese taller, diariamente escuchaba comentarios de sus ocasionales clientes sobre los ultrajes, vejámenes inhumanos que brindaban a los mineros los poderosos administradores de las compa-ñías mineras La Salvadora y Llallagua. En ese ambiente germinó la bronca y decisión de luchar contra los opresores de los obreros.

En esa humilde peluquería Gumercindo Rivera López sugirió la necesidad de organizar a los trabajadores mineros y obreros para luchar por las reivindicaciones sociales, para enfrentar a los opresores y explotadores de los obreros bolivianos. Al ser el ideó-logo para formar la primera organización sindical de los obreros bolivianos, fue propuesto para que ocupe el cargo de Presidente. Gumercindo Rivera López declinó esa designación y sugirió que un minero sea el líder de ese instrumento de defensa de los obreros y se comprometió a secundarlo y ayudarlo en las luchas de reivindicación social de los obreros bolivianos.

Para el 1º de mayo de 1923, Gumercindo Rivera López, junto a sus compañeros de lucha organiza los festejos del Día del Trabajo y ese día en Uncía se enciende la antorcha de las reivindicaciones sociales de los obreros bolivianos, como se relata en el libro “La masacre de Uncía”, que es un documento valioso escrito por un peluquero, que se convirtió en un dirigente sindical de los mineros.

“La masacre de Uncía”, en su páginas relata que, ese día, más de 5.000 obreros participaron de una movilización histórica para rendir homenaje a quienes ofrendaron sus vidas en aras de las justas reivindicaciones sociales (los mártires de la masacre de Chicago 1886).

Después de recorrer las principales calles de Uncía, los trabajadores y obreros se concentraron en la plaza 6 de Agosto de Uncía, donde los líderes obreros inicialmente distribuyeron ropas interiores a los niños huérfanos, cuyos padres ofrendaron a sus patrones despóticos su sangre convertida en libras esterlinas, dejando a los suyos en la miseria.

Para que conozcan los actuales dirigentes del movimiento sindical boliviano y las mismas organizaciones sociales del Estado Plurinacional de Bolivia, en esa ocasión (1º de mayo 1923) se fundó la Federación Obrera Central de Uncía, marcando la fecha inicial en la emancipación del proletariado boliviano.

El primer Directorio del movimiento sindical de los obreros bolivianos se encontraba integrado por los siguientes líderes:

Presidente, Guillermo Gamarra, representando a los obreros de la Empresa Minera “La Salvadora” de propiedad de Simón I. Patiño.

Primer Vicepresidente, Gumercindo Rivera López, representante de los obreros del pueblo de Uncía.

Segundo Vicepresidente, Manuel Herrera, representando a los obreros de la Compañía Estannífera Llallagua (Compañía chilena).

Tesorero, Julio M. Vargas, (del pueblo); Secretario General, Ernesto Fernández (pueblo); Secretario de Actas, Marcial Arana (La Salvadora); Vocales, Ezequiel Pereyra, Melquiades Maldonado, Espectador Mendoza, Julio Soto, Francisco Irusta y Rigoberto Oquendo.

Desde la fundación de la primera organización sindical de Bolivia, los amos y señores de las mineras La Salvadora y Llallagua, emprendieron una sañuda persecución a los líderes de los obreros y especialmente a Gumercindo Rivera López, a quien lo ultrajaron y lograron su detención cuantas veces era necesario, sólo por intimidarlo. No lograron su objetivo.

El 4 de junio de 1923, Gumercindo Rivera López y Guillermo Gamarra por exigir mejores condiciones laborales, salariales y que se respeten los derechos de los trabajadores, provocaron que el Subprefecto interino de Uncía Tcnl. José Villegas y el My. Arturo Guillén, después de recibir denuncias de los administradores de las mineras La Salvadora y Llallagua, ordenaron la detención de ambos dirigentes acusándoles de ser subversores del orden público y amenazados con ser conducidos al Panóptico Nacional de La Paz.

Los obreros-mineros, anoticiados acerca de las detenciones, se concentraron en la Plaza de Uncía para exigir la libertad de sus compañeros dirigentes. Rivera y Gamarra fueron obligados por las autoridades a salir de su encierro y solicitarles a los obreros que se retiren a sus domicilios. Rivera para evitar enfrentamientos y derramamiento de sangre de los obreros solicitó que se retiren de ese lugar y les informó que el Ejército estaba preparado para reprimirlos.

Según el relato de Gumercindo Rivera, después de esa intervención persuasiva, fue introducido brutalmente a su celda donde fue humillado y acusado de exaltar a los obreros y recriminado soezmente. Rivera le contestó: “Señor Mayor (José Ayoroa, Comandante del Batallón Técnico) es usted valiente tratando de humillarlo a un preso indefenso. Pero yo quisiera que me hablara usted en esta forma estando de civil o sin estar al mando de una tropa inconsciente e irresponsable, que se limita a cumplir órdenes a tontas y ciegas; entonces variarían las cosas y esa su… boca que me ha arrojado su baba inmunda, la limpiaría con una escoba de limpiar excusados”. Ayoroa reaccionó apuntándole con un arma de fuego al pecho de Rivera López. No disparó.

Casi inmediatamente de ese episodio, se escucharon disparos en la Plaza “Alonso de Ibáñez”, donde el propio My. José Ayoroa empuñó una ametralladora dando orden de abrir fuego contra los obreros. Allí murieron Manuel Leyza Tapia, Manuel Palomino, Víctor Mendoza y Pablo Montaño. Aurelia de Leyza (esposa de Manuel Leyza), resultó gravemente herida. Si bien sólo se identificaron a cuatro fallecidos se hace conocer que los muertos fueron más de cien y que los cadáveres fueron llevados a los hornos de calcinación de Miraflores, donde se habían convertido en cenizas. Ese es el resultado de la “Masacre de Uncía”.

En el prólogo de su libro “La masacre de Uncía”, se recuerda a Gumercindo Rivera López como al viejo e insobornable pionero de las luchas sociales y manifiesta que esta obra, “es uno de los que se ajusta a ese límpido caudal de las exégesis que han tomado la temática de las gloriosas luchas de los obreros bolivianos que, desde los primeros instantes de su vida organizada, han enfrentado con claro sentido de clase todos los desafíos del írrito ordenamiento social y económico impuesto por la penetración capitalista, que ha provocado la parálisis total de todas las fuerzas motrices que habrían de jalonar el mejor destino de la Patria decapitada por el verdugo extranjero y su corte de serviles, al redoble de los lúgubres tambores que pretenden sepultar hasta el orgullo nacional”.

Gumercindo Rivera López en tres ocasiones fue confinado en Corque (Oruro) y después de su último confinamiento, el 28 de diciembre de 1923, por orden del Gobierno de Bautista Saavedra, junto a otros dirigentes sindicales, fueron puestos en libertad obligándoles a abandonar el país o fijar su residencia en Oruro sin derecho a regresar a Uncía o Llallagua, bajo ningún pretexto.

El ideólogo y gestor del movimiento sindical de Bolivia, vivió en la humildad en Oruro y murió el 20 de junio de 1968. Rivera injustamente nunca recibió un homenaje y reconocimiento alguno de la Central Obrera Boliviana, la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia ni de los sindicatos. ¡Gloria al líder del movimiento obrero de Bolivia!

(*) Presidente de la Asociación de Periodistas de Oruro

Matrícula Profesional 031 ANPB

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