Sábado 02 de mayo de 2015

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Murió hace poco, octogenaria, Margot Leongómez de Pizarro, descendiente de la más rancia aristocracia colombiana, hija de militar, esposa de Almirante y madre de cinco hijos, cuatro de ellos guerrilleros, dos asesinados por la parapolítica, nueras comunistas y nietos y bisnietos criados bajo los sustos de la guerra sin fin.
Escuché su historia por primera vez en una pasada Feria del Libro en La Paz cuando la cronista bogotana Patricia Lara leyó la larga entrevista a esa mujer que pasó de ser una niñita mimada entre tules y tacitas de té a simbolizar a las madres que cargan sus entrañas destrozadas por el horror de las violencias que inventan los hombres.
Desde el principio la asocié con María Luisa, la madre de los tres jóvenes Quiroga Bonadona que murieron traicionados en la guerrilla de Teoponte al inicio de los 70, también de fina cuna y de familia de militares, que dejó la tranquilidad hogareña en Sucre para capitanear la Asociación de Familiares de Mártires y Desparecidos por la Liberación Nacional. Su única hija mujer tuvo la valentía de renunciar a su necesario puesto de trabajo en la administración pública como personal rechazo a la represión en el Tipnis.