Parecería que nuestras autoridades en función y por la circunstancia de su obligada transición y el tiempo que falta para manejar o administrar la cosa pública, han descuidado el control en avance de varias obras en la ciudad las mismas que a “medio hacer” causan innumerables molestias a la población.
Un caso concreto es la demora en la conclusión de obras de la Avenida Dehene en la zona Sur, que según informes de los vecinos hace un año que debía estar totalmente asfaltada, sin embargo una serie de fallas en el orden administrativo de los recursos impidió el pago oportuno de planillas a la empresa encargada de la obra, hecho que altera el plan de trabajo y muestra una irresponsabilidad de quienes deberían agilizar el desembolso de recursos para exigir también el cumplimiento de contratos.
Otros problemas muy serios se presentan en la Avenida de Circunvalación, desde el distribuidor de la Av. Ejército en la ruta hacia el Sur, con baches en ambos lados de la vía, obligando a los conductores a efectuar peligrosas maniobras poniendo en riesgo su seguridad, la de pasajeros del servicio de transporte público y la integridad de conductores particulares.
El mal estado de ésta vía se extiende también hacia el Norte, donde existen trechos prácticamente intransitables y por lo mismo ocasionando una serie de inconvenientes a la población.
Un tramo relativamente corto entre el aeropuerto y la Avenida Villarroel no puede concluirse desde hace varios meses atrás y esa vía actualmente se convierte en una conexión obligada de centenares de motorizados que transitan entre la zona Este, desde Vinto y se dirigen hacia la zona de la Terminal de Buses y continúan hacia el Norte.
Hay necesidad de mencionar aquellos sectores de mayor conflictividad como los desvíos obligados en el Puente Tagarete, debido a los trabajos que allí se efectúan y cuyo avance es realmente lento, frente a la magnitud del uso obligado de desvíos que no han sido convenientemente preparados y que se encuentran en pésimo estado para la circulación de vehículos de transporte pesado, los de servicio público y los particulares. Tan mal está esa ruta que no hay taxistas que quieran transportar pasajeros a ese sector, mientras que las movilidades de pasajeros demoran más de media hora en salvar los desvíos improvisados y sin mantenimiento, en tanto la obra en sí avanza lentamente.
A propósito del Puente Tagarete, mejor definido actualmente como el distribuidor vehicular de la zona, es una infraestructura que muestra serios deterioros en sus ramplas de circulación, no se puede construir una parte final de su proyecto original, por tanto es una obra a medias, que sin embargo fue recibida como concluida.
La doble vía a Vinto presenta enormes baches, especialmente en las rotondas de circulación, no tiene señalización horizontal ni vertical, para advertir la presencia de “rompe muelles” que de verdad rompen vehículos.
Se suma a todo este calvario de vecinos y transportistas en general, el trabajo lento que se efectúa en varias calles de la ciudad, en las que se hacen arreglo de aceras, pero se acumula material en las calzadas y los vecinos no tienen facilidad ni seguridad para transitar por esos sectores en que los obreros descansan más tiempo del que trabajan efectivamente.
Una situación realmente caótica y que merece atención de las autoridades así sea como últimas acciones de beneficio colectivo, de servicio público que mejore las condiciones de los sacrificados vecinos de nuestra ciudad.
Fuente: LA PATRIA
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