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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Saber decir ‘no’ - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
A pesar de los años, las vivencias y el ensayo – error, siempre hay momentos que se nos resisten. Es complicado encajar las desgracias ajenas. Compañeros, amigos o familiares nos cuentan su situación delicada, un problema de solución difícil o casi imposible, es ahí cuando entra el “me sabe mal”.
Este lamento resulta de comodín a muchas personas. Unas saben qué hacer para ayudar a la otra persona, pero la solución requiere más esfuerzo del que están dispuestos a dar e intentan resolverlo con esta expresión. Los hay también que por miedo o cobardía de no decir lo que piensan, mostrar su desacuerdo con la situación o herir a la otra persona encuentran en un “lo siento, me sabe mal” la solución por la vía rápida. Incluso hay quienes ni siquiera lo sienten.
El verdadero problema viene con el grupo opuesto, quienes de verdad sienten el “me sabe mal”. A estas personas todo les sabe mal y cargan con el sufrir de los demás a sus espaldas. Han hecho de la pena ajena su forma de vida, y no conciben su felicidad si eso va a suponer la tristeza de otra persona. Miran por los demás antes que por sí mismos, padecen sus dificultades e intentan resolverlas, porque no pueden dormir tranquilos si saben que otra persona tiene un problema y no contribuyen a remediarlo.
Se sienten tan mal que siempre van con la culpa anticipada y se sienten débiles por todo lo acumulado, hasta el punto de convivir con el problema en lugar de asumir el desafío y ayudar a superarlo en la medida de sus fuerzas. Creen que no merecen su esfuerzo, sobre todo si piensan que otros van a sufrir por ello. Parejas que al cortar una relación se sienten mal por la otra persona y vuelven por no hacerla sufrir o padres que no soportan ver a su hijo castigado y lo compensan de manera excesiva, sin ayudar a su educación.
Estas personas viven llenos de inseguridad y lo que buscan es no molestar ni molestarse.
Hay que saber decir no, quererse a uno mismo y no cargar con todas las penas. Es verdad que es muy importante tener un cierto grado de empatía y saber comprender al otro, pero la empatía no está reñida con la asertividad, otra gran habilidad social olvidada por muchos.
La asertividad es muy importante en las relaciones sociales, pues consiste en defender lo que pensamos sin agredir al otro. Reconocer sus sentimientos, pero no por ello tener que aprobar su conducta; entender su situación aunque no la compartas. Esto no tiene que ver con tener siempre la razón, ser cabezotas o desagradables, sino que basta con ser sinceros, querernos y no cargar de manera automática con el problema. Incluso hacerle un favor a la otra persona y no decirle lo que quiere oír, sino lo que sentimos. Pues siempre hay una forma de ser sincero sin ser cruel. Las palabras que salen del corazón y el modo adecuado nunca hacen daño, y eso sienta bien.
(*) Periodista
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