“Una vida normal”: El sueño de los desmovilizados de las FARC
26 abr 2015
Fuente: (Colombia), 25 (EFE).-
Gonzalo Domínguez Loeda Pereira
Juan Guillermo se levanta a las cinco de la mañana, se marcha a su trabajo, desayuna e inicia una rutina entre animales en un parque agropecuario de Colombia donde toda su vida gira sobre un solo eje: superar las secuelas de la guerra y recobrar la normalidad tras su paso por las FARC.
“Ahora, casi tras un año (desde su desmovilización) la vida parece normal, pero suena un avión a las cuatro de la mañana y te paras con miedo”, aseguró a Efe Juan Guillermo (nombre ficticio).
Pero si algo marca su existencia son las relaciones que debe establecer en una nueva vida en la que los antiguos guerrilleros tienen que afrontar el rechazo social, la posible discriminación y el temor a las represalias.
Esos miedos le hacen tener una visión nítida del hoy y una mirada tenue de su futuro. “No me preocupo mucho por el futuro, el pasado me pegó y lo tengo atrás, algunas cosas del pasado las recojo porque el que olvida su historia está condenado a repetirla, pero me gusta más el presente”, subrayó.
Sin embargo, Juan Guillermo que a sus 28 años ha transitado por la guerra durante cinco de ellos ha podido volver a ver a su familia y recuerda especialmente a su madre, quien le “miraba como un bebé” durante el reencuentro.
El muchacho compartió la guerra con su amigo Christian (nombre también falso), con quien “se voló (desertó) hace ya casi un año y junto al que ha iniciado una capacitación profesional que les ha llevado a trabajar en el Parque Nacional de la Cultura Agropecuaria (Panaca) en el Eje Cafetero del centro de Colombia. Los dos amigos, al igual que el resto de los desmovilizados, deben afrontar una nueva realidad marcada por el estrés postraumático y la falta de socialización que les lleva a tener una actitud temerosa ante las relaciones diarias y una baja autoestima.
En ese camino, algunos parecen haber retrocedido a la etapa de la vida que perdieron y Christian hace afirmaciones más propias del muchacho de 16 años que entró en la guerrilla, como su deseo de “ser un orgullo para mis papás”.
De su paso por las FARC no guarda un recuerdo especialmente malo. “Allá en la guerrilla la vida no es tan mala”, dice, pero sí comenta que las privaciones y sacrificios son habituales ya que “a veces toca caminar día y noche”.
Durante el tiempo que permaneció en este grupo rebelde, Christian no pudo practicar su gran afición, jugar al fútbol, porque en todo el tiempo que estuvo “no sabía lo que era tocar un balón. Tocaba sí, pero el fusil”.
Hincha de Atlético Nacional, ahora que está en la vida civil no se pierde un partido, y siguió con especial pasión y frustración la participación de Colombia en el Mundial de Brasil.
“¡Era gol de Yepes!”, afirmó indignado sobre el gol anulado al equipo cafetero en el partido de semifinales ante los anfitriones.
Hasta ahora, casi 57.000 personas se han desmovilizado en Colombia desde 2003, una cifra a la que podrían sumarse los cerca de 8.000 guerrilleros que pueden abandonar las FARC en caso de que lleguen a un acuerdo de paz en las negociaciones que mantienen con el Gobierno desde hace más de dos años.
Fuente: (Colombia), 25 (EFE).-
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