Cuando observamos de manera rutinaria las cifras y proyecciones económicas sobre nuestro país que publican organismos financieros internacionales, tal el caso del Fondo Monetario Internacional (FMI), no podemos menos que entrar en ciertas dudas sobre la realidad de nuestra situación económica.
El último informe del FMI, que es más prudente en su calificación, rebajó las perspectivas de crecimiento de la economía boliviana de 5,0 a 4,3 por ciento para el presente año, debido a la caída de precios de las principales materias primas exportables, especialmente el rubro de petróleo (gas).
Sin embargo de esa evaluación más realista el FMI, avizora que Bolivia mantendrá el liderazgo en América Latina en la expansión del Producto Interno Bruto (PIB), que como se observa, puede estar por encima del 4,3 %. El hecho es halagador, aunque en la práctica las cosas tienen otro efecto cuando varios rubros productivos sienten las consecuencias de la caída de precios para las principales exportaciones.
Hay un hecho que se extiende en los países de la región latinoamericana y es que su ritmo productivo está por debajo de muchas expectativas, pues no se genera riqueza en relación al potencial de cada país, son los casos de Brasil y Venezuela por un lado, inseguridad y problemas internos en Argentina, Chile y Perú.
En ese contexto, el FMI reitera su previsión sobre nuestro país, indicando que el PIB boliviano crecerá en la presente gestión en 4,3 %, seguido por Paraguay con 4,0 %, el Perú 3,8 % y Colombia llegará hasta 3,4 %. La relación tiene una significativa variante de acuerdo a un informe anterior del mismo FMI del mes de octubre pasado, cuando aseguraba que Bolivia crecería en 5,0 %. Las cosas han cambiado en un periodo de sólo seis meses.
Así como influyen positivamente algunos informes del FMI, hay otros que deben llevar a reflexiones muy serias a nuestras autoridades, en torno a las condiciones objetivas y recientes que registra el país en relación a las contingencias que deben adoptarse para enfrentar por ejemplo la drástica caída en el precio de los minerales y especialmente en el caso del estaño que bajó su precio por libra fina, más abajo del nivel de equilibrio con los costos de producción, hecho que pone en riesgo a una parte social, muy sensible del sistema productivo minero estatal, el caso de Huanuni y otras minas y la cadena de provisión de concentrados para la principal fundición nacional.
Por su parte el ministro de Economía, Luis Arce Catacora el mes pasado informó que el Gobierno disminuyó la previsión de crecimiento de la economía nacional de lo proyectado en 5,9 a sólo 5,0 por ciento para el año presente, atribuyendo el hecho al leve incremento de la inversión privada en el sistema productivo nacional.
Los empresarios privados, hicieron conocer su apreciación sobre el tema, mostrando cautela en las proyecciones de crecimiento del PIB, pues como se dice comúnmente “otra cosa es con guitarra” y la realidad es que no están dadas las condiciones apropiadas para hablar de grandes inversiones, sabiendo de la declinación de precios de materias primas y de la imposibilidad real de enfrentar ciertos factores de la presión económica externa.
Bajo el límite de las cifras, el empresariado está dispuesto a mejorar sus inversiones si desde el Gobierno se perfilan condiciones favorables de seguridad e incentivos a las inversiones, que en este momento crítico serán muy necesarias para vitalizar ciertos segmentos del importante aparato productivo nacional.
Fuente: LA PATRIA
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