Martes 21 de abril de 2015
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Editorial y opiniones
El director, componente integral de la escuela
21 abr 2015
Margoth Séfora Chalar Perefez
La institucionalización en la carrera administrativa que se desarrolla a nivel nacional, y la participación de nuevos profesionales instituirá a largo plazo, el auge o declive del actual modelo educativo; por lo tanto, esta participación representa un especial reto para los nuevos directores que asumieron este crucial desafío.
Seguramente, para los profesores postulantes a direcciones de Unidades Educativas, haber llegado a la última etapa de la designación de estos cargos administrativos, no ha sido una tarea fácil, fundamentalmente cuando la sociedad y autoridades en general esperan cambios en la educación.
Entre muchísimos aspectos que se podrían expresar, respecto a las implicancias de esta delicada función, es necesario colegir sobre el desempeño personal del director. Así entonces, se guarda esperanzas para no contar con director (ra) “autócrata”: prepotente, autoritario, impositivo, corrupto,… que divide para reinar y hacer cumplir las “órdenes desde arriba”. Ni mucho menos, dejar la educación en manos de un anarquismo docente, que doblega, condiciona, extingue la autoridad directiva por el mismo hecho de haber creado un reinado.
La familia como núcleo comunal representado por los padres, es la que percibe, confía, deposita interés y confianza a todo nivel: de aprovechamiento, de desarrollo profesional del docente, de valores socios comunitarios que se refuerzan progresivamente lo que contribuirá notoriamente a la formación integral y holística de sus hijos, ya que éstos son quienes llevan a su casa impresiones y las exponen también a toda la comunidad mediante situaciones dialógicas entre compañeros, profesores, vecinos, inquilinos… sobre el fallo o éxito de su escuela.
