Alguna cancioncilla de hace muchos años, hacía referencia al hermoso, caudaloso y hasta cristalino río Tagarete, un paseo esperado, soñado por los niños y jóvenes de aquellos buenos años orureños, en el extremo Este de la ciudad, algo más abajo lucían maravillosos los tradicionales arenales, fueron otros tiempos.
La ciudad creció y en el vertiginoso proceso de transformación, si se recuerda el Tagarete propiamente fue cubierto, queda en la Av. del Ejército lo que fue realmente el puente Tagarete pues lo que ahora existe es un canal al que se lo ha convertido en un transportador de basura y toda suerte de deshechos que desaprensivamente deposita la gente en el largo curso de esa corriente de agua que en tiempo de lluvias complica la contaminación ambiental.
Se avanzó tiempo atrás en un proyecto de dragado del Tagarete, pero se considera que ese trabajo no soluciona el problema que representa ese largo canal que divide la ciudad en dos partes y que increíblemente tiene una sola vía de conexión en un sitio terriblemente caótico para la circulación de toda suerte de movilidades, de servicio público, particulares, transporte interdepartamental además de los vecinos del sector densamente poblado.
Se han hecho estudios y la solución es el embovedado del canal de aguas servidas, un proyecto del que también se dijo que estaba financiado y que sin embargo ni siquiera comenzó en su fase de construcción, manteniendo esa inaudita separación de la ciudad que increíblemente parece no preocupar a las autoridades.
No se puede concebir que en una ciudad que ha crecido desproporcionalmente se mantenga una separación, un corte de conexión vial en las principales arterias que vinculan la ciudad entre la zona Oeste, justamente hasta el Tagarete, donde se interrumpe el tráfico general de personas y vehículos por que el largo canal de desagüe se mantiene abierto, sólo por falta de criterio técnico y voluntad de autoridades para cubrir esa deficiencia urbanística que causa muchos perjuicios a la población.
Un par de improvisados puentes, permiten cierto flujo de motorizados y personas, pero los trabajos que se han emprendido justamente en estos días en la zona del Tagarete, donde se mejora la plataforma que une las avenidas del Ejército y la doble vía a Vinto, ha mostrado el terrible problema de obligar al uso de largos y deficientes desvíos para sortear el Tagarete y permitir que miles de personas salgan o lleguen a sus domicilios, centros laborales y unidades educativas, centros mineros, departamentos lejanos con un sin fin de dificultades.
Si se encara la cubierta del Tagarete, se supone que una importante vía reemplazaría al contaminante canal permitiendo que la mayoría de calles y avenidas de Este a Oeste y viceversa estén plenamente habilitadas para facilitar un flujo vehicular sin ninguna interrupción, además de contemplar el hecho una solución definitiva a la contaminación ambiental.
El puente que se construye actualmente resulta un paliativo al caótico embotellamiento vehicular, pero la solución global será sin lugar a dudas el embovedado del Tagarete, de modo que en más de dos kilómetros de su curso, abierto y contaminante, se pueda emplazar una moderna avenida, jardinera central incluida y lo más importante con vías conectadas que facilitarán descongestionamiento vehicular, mayor facilidad de movimiento de vecinos y con seguridad la adecuación de servicio de transporte público a los barrios de la extensa zona Este.
La antigua cancioncita persiste con su verso sencillo, pero dramático: “Río Tagarete déjame pasar”.
Fuente: LA PATRIA
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