Domingo 19 de abril de 2015

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Solomon Shereshevsky tenía exceso de memoria, lo que se conoce como hipermnesia. Fue objeto de estudio para la ciencia en los años veinte. No olvidaba nombres, datos ni caras. Lo recordaba todo aunque pasaran los años. Su problema era que no sabía manejar la información que percibía y mezclaba todos los sentidos. Esta situación fue un tormento para él.
El olvido es necesario porque si la memoria almacenará todo lo que percibimos nuestro cerebro estaría sobrecargado. Durante el día recibimos grandes cantidades de información. El ojo humano en cada uno de sus movimientos registra el entorno unas cinco o seis veces por segundo. Por tanto, vaciar el cerebro es importante para la supervivencia. “En general, el olvido es fisiológico. Olvidar es una función normal del cerebro, porque si lo recordáramos todo sería un grandísimo problema” dijo el doctor Alberto Villarejo, vocal del Grupo de Estudio de Neurología de la Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
No recordar dónde has dejado el móvil no es un problema. Esto tiene una explicación. Según el doctor Vallejo “no recordar dónde se ha dejado el móvil no es un problema de memoria, sino que uno lo deja cuando estaba haciendo otra tarea y lo hace de modo inconsciente.” También surgen despistes espaciales. Ibas a un lugar y cuando llegas no recuerdas a qué. La razón, según Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y experto en salud cerebral, es que “la memoria se codifica en un lugar determinado y cuando cambio de estancia ya he salido del lugar donde se creó el recuerdo, por lo que este se desvanece”. Aconseja que si no recuerdas a que has ido lo mejor es volver al lugar donde se te ocurrió la idea.