Una de las muchas anécdotas de la VII Cumbre de las Américas fue la presencia, en Panamá, del exagente cubano de la CIA Félix Rodríguez Mendigutía.
“Hijos del Che denuncian intento de boicotear Cumbre en Panamá”, titulaba una nota en la que la agencia cubana de noticias Prensa Latina (PL) informaba sobre la carta que publicaron Aleida, Celia, Camilo y Ernesto Guevara March sobre la polémica presencia del exagente en el país centroamericano.
Pero la nota hablaba de “intento de boicot” y en ninguno de los párrafos se atribuía a Rodríguez la autoría de la muerte del Che Guevara. Cuando más, decía que el sujeto en cuestión “participó en la captura y asesinato de su padre en Bolivia en 1967”.
No fue tan cuidadosa la Agencia France Presse (AFP) que informó sobre el mismo tema con el titular “Hijos del Che rechazan presencia en Panamá de ‘asesino’ de su padre”. Al parecer, lo de “asesino” fue obra del editor porque el texto de la nota tampoco hace referencia al ejecutor del asesinato. Cuando más, dice que Rodríguez “participó en la captura y asesinato…”.
Precisamente en los días en los que esas notas eran difundidas, la BBC publicaba un reporte con el título “La hija del hombre que mató al Che Guevara es la primera generala de Bolivia”. En esta nota se daba cuenta que Gina Reque Terán, hija de Mario Reque Terán, había recibido su sable de generala de manos del Presidente Evo Morales. Como en el caso de AFP, el título debió ser obra del editor porque el texto tampoco adjudica la autoría del crimen a Reque Terán. Es más… el texto dice que “otro miembro de la familia, Mario Terán, le dio muerte (al Che) junto a la escuela de La Higuera…”.
Llamar “asesinos” del Che al exagente que lo reconoció antes de su muerte y al militar que comandó las operaciones de su captura podría ser considerada una licencia periodística pero, de ser así, muchos podrían ser señalados por el crimen porque fueron varios los involucrados. Bajo esa óptica, sería tan culpable el presidente de entonces, René Barrientos, como el que dio la orden de ejecución.
Quizás la licencia se deba a que, hasta hace poco, la identidad del hombre que mató al Che era un misterio. El ejército boliviano se había cuidado bien de guardar el secreto desde el momento en que el asesino permitió que una periodista francesa le tomara una fotografía.
En noviembre del año pasado, el diario El Mundo de España publicó un extenso reportaje en el que se revelaba, ya sin asomo de duda, la identidad del hombre que mató al Che; es decir, aquel que ingresó al cuartucho donde el guerrillero estaba encerrado y le quitó la vida a sangre fría.
El asesino del Che se llama Mario Terán Salazar, nació en Cochabamba el 9 de abril de 1941 y actualmente vive en Santa Cruz. Los autores del reportaje, el periodista español Ildefonso Olmedo y un servidor, hablamos con él y supimos, entre otras cosas, que no es pariente de Reque Terán.
Muchas veces, el periodismo se toma licencias, hasta prestadas de la literatura, pero no debería caer en generalizaciones y, por el contrario, tendría que esforzarse por ser preciso. Muchos estuvieron involucrados en la muerte del Che pero uno fue quien jaló el gatillo. Él es el autor de ese crimen. Lo demás es imprecisión.
(*)Premio Nacional en Historia del Periodismo
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