Cuando algunas autoridades deciden efectuar trabajos especiales buscando mejorar las condiciones de vida de la población, se recuerda aquello de que “obras son amores”, pero en algunos casos con perjudiciales razones.
Parece que no siempre se toman decisiones que sean resultado de adecuados estudios o por lo menos de recomendaciones técnicas que al ser puestas en ejecución sean favorables a los vecinos y no un martirio para quienes deben movilizarse diariamente entre dos, cuatro o más veces al día por sectores en los que repentinamente se disponen obras sin tomar los recaudos necesarios que respeten los derechos ciudadanos, que son inviolables en materia de convivencia comunitaria.
Es también verdad que ciertas obras de mejoramiento urbano implican un necesario sacrificio colectivo para tener luego un beneficio general. Sin embargo ese sacrificio no debe ser de extremo perjuicio, de inseguridad y enorme molestia para ia vecindad, como está sucediendo con trabajos que se efectúan a la altura del puente Tagarete, donde se anuncia la habilitación de una rampla y el mejoramiento del entorno próximo que podría convertirse en una rotonda que facilite el tráfico vehicular actualmente alterado por falta de conclusión de una parte del distribuidor que conecta a medias la Avenida del Ejército y la 24 de Junio de subida y bajada y la de Circunvalación de norte a sur o viceversa.
Las obras que se efectúan y de las cuales no hay una referencia concreta han obligado a improvisar vías alternas de circulación de motorizados, ocasionando un verdadero caos en un sector de alto tráfico por el congestionamiento de enorme cantidad de vehículos de servicio público, camiones de alto tonelaje, coches particulares y de servicios especiales como ambulancias o policiales, además de buses de transporte interdepartamental e interprovincial, un desbarajuste de increíbles proporciones.
Mucha gente reclama por la forma improvisada en que se habilitaron rutas alternas, sin considerar el tiempo que significa cumplir esos largos recorridos por calles en mal estado, ocasionando problemas a oficinistas y estudiantes que tardan más tiempo en llegar a cumplir sus obligaciones, mientras las amas de casa deben extremar esfuerzos por cumplir sus obligaciones alteradas de manera circunstancial, pero altamente perjudicial.
El famoso Tagarete, un canal que sirve para desaguar aguas servidas y que hace tiempo ya debió ser embovedado, lamentablemente como se observa en la actualidad es la causa de los problemas de vinculación entre dos importantes sectores de la ciudad. Se sabe que está aprobado un presupuesto inicial para esa obra importante, posiblemente de mayor prioridad que la que se encara en estos días causando grandes molestias a la población de la ciudad, por falta de adecuadas medidas de prevención.
Nadie se opone a que se realicen obras de mejoramiento urbano, pero lo que se reclama es que antes de iniciarlas se adopten todas las medidas de previsión para no poner en peligro la integridad de peatones, pero sobre todo para evitar molestias y una lamentable pérdida de tiempo que altera la normalidad de actividades y pone los nervios de punta por la carencia de apoyo de personal civil y policial que ordenen la circulación de vehículos y personas.
Las obras son amores y en ningún caso deben ser perjudiciales razones, los vecinos merecen respeto y consideración. Los responsables de trabajos en las vías urbanas deben apresurar los mismos, con más personal y equipo mecánico para no prolongar el ostensible perjuicio colectivo.
Fuente: LA PATRIA
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