Dadas las características que mueven actualmente las economías del mundo en que prevalecen condiciones de cierta inequidad en el tratamiento de las relaciones con países productores, especialmente de materias primas como el nuestro, se hace necesario pensar y crear una estrategia solidaria en la región para enfrentar la presión que ejercen los intereses de poder de quienes ostentan los capitales más fuertes del mundo.
La reciente Cumbre de las Américas, ha mostrado una hegemonía real y efectiva para contrarrestar la fuerza de las naciones más ricas que tienen en sus manos la vigilancia de ciertos elementos que controlan y frenan los ímpetus de los países en desarrollo, por lo mismo se habló de integración, pero al mismo tiempo de la diversificación productiva para no seguir en dependencia de comercio de nuestras materias primas.
Está claro al presente que el aparato económico boliviano está en directa dependencia de los mercados externos y funciona con la exportación de gas, minerales, la soya y las manufacturas. Cuando declinan los precios de esas materias primas, el impacto se siente en la economía total, por lo que se hace imperiosa la obligación de diversificar la producción e impulsar nuevos rubros que garanticen sostenimiento de una cadena productiva, próxima a la actividad agrícola y ganadera, pero también al turismo y las artesanías que tienen buenas perspectivas pero esperan políticas especiales de incentivo y fomento.
Algunos proyectos regionales como los que se desarrollan en la privilegiada región altiplánica deberían merecer mayor atención del poder central, por ejemplo la producción de quinua, el grano de oro que cautiva a consumidores de muchos países y que sin embargo confronta problemas de competencia con otro país productor, cuando sólo necesita de mayor apoyo económico para consolidar un renovado esquema de trabajo, mejorando desde la preparación de terrenos, siembra y cosecha mecanizada, pasando técnicamente a la fase de industrialización, de modo que su exportación tenga alto valor agregado.
Casi la misma situación debe encararse en el caso de la ganadería regional, la de camélidos y los ovinos, hay miles de ejemplares y todavía es muy poco lo que se ha hecho en materia de mejoramiento genético de la enorme población ganadera del altiplano. Particularmente la carne de camélidos, (llamas) tiene cualidades excepcionales para beneficio de la salud, la principal cero colesterol un atributo que mucha gente busca para cuidar su salud y que exclusivamente encuentra en la producción de camélidos en el altiplano boliviano.
Por supuesto que el crecimiento de una región asegura su propio desarrollo, pero asumiendo que cada región impulse sus propios emprendimientos se estaría consolidando todo un aparato productivo diversificado para enfrentar las condiciones – ahora obligadas – de una negativa y peligrosa dependencia de nuestros recursos estratégicos.
Se trata de un proceso especial en el que debe incluirse todos los sectores de la producción nacional, estatal y empresarial privada, pues se trata de alcanzar metas comunes de crecimiento que se convierta en beneficio colectivo a partir de crear más fuentes de empleo, sostenibles en el tiempo y que sean parte de una innovación pragmática en la diversidad productiva.
Esfuerzos comunes, producirán ganancia colectiva, que se sienta en toda la geografía nacional y sea resultado de un esfuerzo compartido entre empresarios privados y el Estado, una forma innovadora de hacer frente a la presión del gigante comercio mundial, inequitativo y dominante.
Fuente: LA PATRIA
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