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Domingo 12 de abril de 2015

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Cultural El Duende

BARAJA DE TINTA

El arte nocturno de Víctor Delhez

12 abr 2015

De Fernando Diez de Medina a Víctor Delhez

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La Paz, 5 de junio de 1939

Tu hermosa y noble carta del 20 me enorgullece, por tener un amigo tan inteligente y de tan rica sinceridad. ¿Cómo creer que me ofendería? Todo lo que dices lo firmaría yo. Conozco mi drama como tú mismo. ¿Pero cómo remediarlo? Este es el problema. Tú eres el hombre del sosiego; yo la actividad sin fin. Tú tienes un ritmo lento, más seguro, que te llevará muy lejos; basta verte recorrer con tu paso de gato las calles, para comprender que tienes el dominio físico-biológico de tu ser. Yo no puedo soportar el reposo absoluto. Mis mejores páginas surgieron del estruendo de la urbe, del cúmulo de preocupaciones, a veces también de la adversidad. Mis nervios están tesados para ese ritmo violento, precipitado, vertiginoso. Ningún crítico lo dijo: el drama profundo de mi libro es mi propio drama, esa lucha del alma contra nuestro tiempo vertiginoso.

¿Soy verdaderamente un artista? Desdoblamientos psíquicos o riqueza biológica, no lo sé, pero yo respondo a las solicitaciones de la acción. Acepto con humildad tu consejo: la dispersión debilita. Ese afán desapoderado por abarcarlo todo: ¿qué es? ¿Fausto en la meseta india? Tú, nórdico de sangre lenta, no te lo explicas. Yo, latino, siento que la sangre quema en mis venas: un deseo de partir, de empezar nuevas cosas cuando aún no se terminaron las ya iniciadas. El Arte Nocturno no es obra acabada.

Ese libro que en sus líneas esenciales pretende dar una imagen de tu vida y de tu arte, acaso en el trasfondo es el caos en que me muevo, ordenado a mi modo, complejo, hirviente, precipitado, fragmentario. ¿No es la naturaleza misma de mis montañas, esa convulsión de pasiones telúricas? Agradezco tu noble y bondadoso interés. La montaña me hizo así. O la altura.

Nervioso, excesivo. Cuando torne al equilibrio, me anularé. Envidio el “pathos” griego de la medida. Tus observaciones acerca de la lectura, justísimas. A veces quisiera quemar diarios, revistas, teléfono, radio, cine, pero son mi veneno. Vuelvo a ellos, aunque en cierto modo puedan destruirme. Todo lo que existe y se mueve me interesa. ¡Dichoso tú, confinado en tu refugio! Casi, casi tienes razón; soy como un monstruo de mil cabezas que se despliegan en todas direcciones. ¿Jactancia? No, más bien lo deploro. Pero es así. Disraelí, positivista, pudo afirmar: “El destino es nuestra voluntad”

En parte sí, no en el todo. La naturaleza conduce a cada cual por el camino que le tiene señalado. El mío no es el de la serenidad. Por ello mismo, desde colegial, sueño con ella.

Pasemos a lo tuyo. Tu refutación a ciertas ideas mías está muy bien expuesta. Ese es el peligro: eres demasiado inteligente, lo mismo puedes defender lo bueno que lo malo. Tu frase: “Quiero dejar que suba libremente mi genio” me gusta: así habla un artista de raza. Con todo, no exageres; la crítica cruel, el toque grosero si no los anima un soplo genial degeneran en burda critiquería.

Yo te diría: menos racionalismo crítico, más vuelo imaginativo. Menos política. Más poesía. No estoy en vena para opinar sobre tus cuatro últimos grabados, que todos me gustan muchísimo. Solo te diré que Danza Macabra es portentosa, una obra maestra. Soñé con tu grabado. Su verdad autobiográfica, aterradora. Tiene la fuerza de convicción de una escultura y el encanto misterioso de una música lejana. Es todo tu arte, con su desnudo dramatismo y su inspiración vibrante y renovado. Nunca vi en la madera, con elementos tan simples, tan concentrado mundo de ideas. Lo metafísico en arte no puede ir más lejos. Es para mí, muy superior (aun siendo otra cosa) a la “Malinconia” de Durero. Lo curioso es que, pese a lo tétrico del asunto, posee una interna poesía. ¡Y qué efectos de luz! Es una fusión de arte diurno y arte nocturno. Eres un mago. Yo estoy pasando momentos duros con el retiro de mi padre de la política.

Fernando.

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