Todavía recuerdo aquel día fatídico en el que por las noticias se anunció el deceso del niño Alexander, trágicamente muerto en manos de profesionales, después de haber peregrinado entre sombras y silencios hasta la expiración de su último aliento; y es terrorífico pensar que, a estas alturas del trámite, se diga todavía que Alexander ha dejado de ser un niño para convertirse en un “caso”, cuando cada vez que se lo menciona se lo mata nuevamente vulnerando en complicidad varios de sus derechos. Hoy que es Día del Niño, pensamos en él como un referente máximo de reflexión y en cuyo nombre se reúnen varias injusticias en contra de los niños. Con Alexander se ha vulnerado el derecho a la vida, a la salud, a la justicia, a la libertad y el derecho a la dignidad, pero también pensamos que desde su nacimiento están en cuestión el cumplimiento de otros de sus derechos, como el recibir amor y ternura de los adultos, el derecho a tener un hogar, el derecho a la alimentación sana y nutritiva, y a los cuidados necesarios en sanidad y aprestamiento o estimulación temprana para su futuro educacional.
Es alarmante y preocupante escuchar noticias de naturaleza cruel que denotan hasta siete tipos de transgresiones y delitos contra los más inocentes de nuestra sociedad. El infanticidio, que es una forma inhumana y salvaje de quebrantamiento contra quienes no se pueden defender, arrebatándoles su corta vida por motivos negros que solo existen en las mentes de los perturbados. La sobreexplotación laboral o la esclavitud en el trabajo, que vulnera los sueños de sustento económico de los pequeños que quieren llevar un centavo a casa y que no pueden hacerlo porque los adultos mezquinos y ambiciosos toman mano de su producción inocente. El maltrato físico, verbal, emocional y psicológico por parte de quienes deberían brindarles ternura y comprensión, y que lamentablemente este tipo de delito ocurre más en el hogar, donde los niños, viven, sobreviven y hasta superviven en condiciones infrahumanas. Violaciones, que es el asunto que más daña a la dignidad del ser humano y a la pureza de las niñas y los niños, y que muestra el tipo de sociedad en la que vivimos, y en la cual somos impasibles y apáticos si no nos ha tocado esta maldición. El abandono, en sus diversos tipos y características, desde el temporal por razones de trabajo de los padres, hasta el abandono permanente que es ejercido por la irresponsabilidad y el miedo vergonzoso de los progenitores. La trata y tráfico de menores que “está de moda” como nuevo delito del siglo veintiuno, donde se comercia con los niños para aprovechar los beneficios malévolos por la venta de partes corporales para el trasplante de órganos y miembros, la explotación sexual pedófila y el mercadeo del narcotráfico. Y el aborto, que es un tipo de delito reservado, clandestino y complicado por obra y omisión, y que está a cargo de personas que el “trabajo lo hacen bien”, para interrumpir la vida de un ser que ni siquiera ha visto la luz (o la oscuridad) del mundo, y que lamentablemente ya está condenado en el momento de su concepción, en cualquier tiempo de su gestación y hasta en instantes de su ínfima vida perinatal.
Tal vez todos estos delitos crueles e inhumanos podrían evitarse y hasta apartarse de nuestra conciencia racional y de nuestra comunidad actual, si los adultos recordáramos que todavía tenemos en nuestro ser un niño, que representa la pizca de inocencia y de candidez en nuestras vidas, porque todos tenemos un niño en nuestros corazones, que llora por los juguetes perdidos, que reza por las mascotas muertas, que extraña el reencuentro con los amigos y que busca todavía el país de la felicidad. Un niño interior que reclama por Alexander que nos recuerda sabiamente que el hombre no solo es capaz de matar a Dios sino que puede aniquilar a sus ángeles. Un niño que protesta silenciosamente por la vida que no es un cuento de hadas, que es real e inverosímil, y que la guerra entre los niños y los adultos puede tener un tratado de paz firmado con amor, para que en la reconquista de la justicia, la dignidad y la libertad escribamos con letra infantil que en un lugar lejano, hace mucho, mucho tiempo, en nuestros corazones, había una vez un niño.
(*) Educador y comunicador
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.