“El fútbol se juega donde se nace”, es una de las frases más recordadas en Bolivia sobre el fútbol y se remonta a la defensa que se hizo en 2007 sobre el derecho a jugar en la altura. Quizá esa frase se quede vacía si no la entendemos en toda su dimensión, porque creo que va más allá de simplemente la geografía, alcanza al contexto y a las oportunidades que cada persona tiene de practicar este deporte.
Yo jugué fútbol en Coroico, pude practicar este deporte con mi familia y mis amigos. Pero ¿será que todos tenemos acceso a jugar el fútbol en un equipo de asociación o en un equipo profesional? No es así. Conozco muchos chicos de los Yungas que anhelan jugar no solo en el departamento donde nacieron, sino representarlo en un equipo. ¿Qué necesitan? Solo una oportunidad, porque el talento existe, pero las oportunidades no.
Será entonces que el fútbol se juega donde se nace, en la simplicidad de la frase, pues sí, al parecer sí se puede. Pero, jugar de manera profesional, representar a un equipo o a una selección, es lo que me desilusiona como yungueño, porque veo como el talento se desperdicia o se lo distancia del acceso al fútbol profesional.
A mi juicio creo que este tipo de discriminación a chicos e incluso chicas del área rural, por sus escasos recursos económicos, son una situación que debería cambiar. No es culpa de los dirigentes, quizá es culpa de todos, porque el deporte es sólo un escenario donde los actos de discriminación continúan latentes, pues existen muchos otros, como ser instituciones privadas o públicas; la misma sociedad aún mantiene vivas estas prácticas, aunque año a año éstos tienden a disminuirse.
Pero tampoco se debe deslindar la responsabilidad de la dirigencia del fútbol, donde también se presentan diferentes formas de discriminación. Personal de la máxima instancia del fútbol boliviano sometida a tratos discriminatorios por su nacionalidad o color de piel, son aspectos que no pueden quedar impunes, más aún cuando se encuentra vigente la Ley 045 que castiga estos actos.
Entre los hinchas y futbolistas también existen estos actos que deberían ser analizados y condenados de parte de la prensa, en su papel educador, y la misma sociedad. Carteles en los estadios que alientan a la intolerancia o jugadores que sufren insultos u ofensas por su procedencia aún son noticia en la prensa. Esas cuestiones deben ser erradicadas de la conducta del boliviano y de la boliviana. Está de buen tamaño que seamos indiferentes ante estos casos, por ello es hora de asumir un rol protagónico para acabar con estos actos y denunciarlos ante el Comité de Lucha Contra el Racismo y la Discriminación para sentar precedentes de sanciones contra estas actitudes.
(*) Líder del Pueblo Afroboliviano
fuente - www.jorgemedina.org
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