Discurso periodístico en los operadores semánticos del matutino LA PATRIA
19 mar 2010
Fuente: LA PATRIA
Por: Juan Carlos Treviño Meneses
El periodismo surge de la necesidad humana para que los mensajes, es decir el objeto de la comunicación establecido entre dos partes que generalmente en modelos comunicacionales básicos son el emisor y el receptor, posean un carácter permanente, por tanto el periodismo implica una emisión regular o periódica.
Para saber en qué momento de nuestra evolución sucedió aquella necesidad de la “periodicidad” necesitamos mirar la historia de manera retrospectiva, pues como decía el gran ícono del periodismo contemporáneo, Ryzsard Kapuscinski, el periodista debe ser también historiador.
Por tanto, podemos decir que a la vieja tradición oral le siguieron los manuscritos hechos sobre papiros, pergaminos y papel, en los cuales egipcios, persas y griegos relataban lo que sucedía a su entorno, dejando de esta manera, vestigios de los acontecimientos de las diversas épocas en la historia del periodismo.
Un muy claro ejemplo de esto se da en Babilonia, donde, al parecer, existían ciertas personas que desempeñaban la gran tarea de historiógrafos, y cuya responsabilidad parecía ser la de escribir diariamente todos los acontecimientos públicos, religiosos y además los económicos en tablas de arcilla, valiéndose de signos cuneiformes para ello.
Pero el periodismo como tal, según la historia del periodismo, comenzó primigeniamente en la época del poderoso imperio romano desde el momento en el cual comenzaron a realizarse comentarios, anales históricos y actas, en los que no sólo aparecen edictos sino que también noticias sobre la sociedad, sucesos y comentarios.
Periodismo e historia, historia y periodismo, sin duda alguna van de la mano, se puede decir que estos acontecimientos sociales producidos por sujetos colectivos, concepto de la historia, condicionan al periodismo, pero éste modifica estos “hechos”.
Los periodistas “hablamos” apoyados en hechos, también llamados fenómenos comunicativos, que tienen que ser tan contundentes, para poder avalar la concepción del sociólogo estadounidense Talcott Parsons: “Los hechos son tan contundentes que valen más que mil discursos”.
Es así que esta profesión tan incomprendida en cualquier sistema político, por constituirnos naturalmente en el equilibrio o el contrabalance al poder presidencial, prefectural, municipal o cualquier tipo de potestad, requiere de mucha lectura, configurada como todo en la vida: debilidad o fortaleza, bueno o malo, encendido o apagado, pero el accionar de estos elementos es siempre al unísono.
Sin embargo, un gran porcentaje de colegas le damos mayor relevancia al “cómo escribir” y muy poco al “qué leer”.
Estos conceptos nos llevan a pensar que para contribuir a la sociedad con más eficacia y eficiencia, debemos de ilustrarnos con efervescencia, es aquí donde nuevamente hacemos referencia al gran polaco Kapuscinski, que mencionaba la urgencia de ser “cazadores furtivos” de otros campos o ciencias de estudio como la filosofía, la sociología, la psicología, la antropología, la literatura, la arquitectura, en fin... y, tratar de profundizar estos conocimientos, con el objetivo de hacer que nuestros lectores, es decir, usted, pueda ver esa parcela de realidad, que nosotros llamamos noticia.
Este resultado, que es consultado de forma periódica, se encuentra inmerso dentro del periodismo que se puede catalogar como una actividad de recojo (relación que el periodista establece con la fuente de información); selección y jerarquización (tratamiento informativo que se realiza en el medio, por el periodista u operador semántico porque le da sentido a determinados hechos e introduciéndolos como parte del “discurso periodístico” y finalmente la difusión (implica el uso del canal o soporte físico), en nuestro caso el periódico.
Pero si abordamos este concepto: el discurso periodístico, que día a día es trabajado en LA PATRIA para usted, podemos decir que se trata de un texto icónico lingüístico, producido para su difusión, este se caracteriza por ser fundamentalmente actual y novedoso, de interés humano y además por ser público.
Este discurso opera a través de la trampa referencial, es decir, lo que mencionábamos anteriormente, el hecho de que sólo podemos brindarle una parcela de la realidad, porque lo que hace es restituir a esta, por tanto se captura un momento, un segmento de “aquello que parece ser”.
Sin duda alguna toda esta trama de actividades, que realizamos diariamente para usted, estimado lector, no serían posible sin lo esencial, que ha sido transmitido por nuestro extinto director Enrique Miralles Bonnecarrere (†) a generaciones de periodistas durante estos fructíferos 91 años, en el sub decano de la prensa nacional, el código incorruptible: “Ética”.
Que basada de forma cuasi pétrea, en el imaginario de los trabajadores de LA PATRIA, se alimenta de otras concepciones que se dirigen a usted, nos referimos a que cada una de las noticias difundan valores y principalmente esperanza, pues el realzar este trabajo siempre pensado en nuestro público, es noble y digno... porque es producto del espíritu.
Fuente: LA PATRIA
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