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Domingo 05 de abril de 2015

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Revista Dominical

Bohemio

05 abr 2015

Dehymar Antezana - Periodista

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Encontrar la palabra “bohemio” en el diccionario es muy sencillo, lo complicado es entender su significado a cabalidad.

¿Por qué a cabalidad? Porque la sociedad perdió el Norte de lo que es un bohemio, debido a que se vive como autómatas, como objetos diseñados para un fin específico sin darse cuenta que la vida tiene otros ingredientes que hacen más rica la sazón de los días.

El bohemio es una raza en proceso de extinción. Antes los había en gran número, pero ahora solo quedamos unos cuantos. Es bueno volver al pasado, recordar vidas de personas que ya abandonaron este mundo, cuando eran bohemios.

Las famosas noches de bohemia organizadas por grupos selectos, en todos los niveles. Hombres con altos conocimientos en literatura, poesía o dramaturgia, entre otras ramas. Para participar de este tipo de encuentros se debían hacer méritos. A méritos nos referimos, que debían haber leído por lo menos un libro, aprender una canción o un poema, para luego declamarlo o analizarlo:

Y que yo me la llevé al río,

creyendo que era mozuela,

pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago

y casi por compromiso

se apagaron los faroles

y se encendieron los grillos.

En las últimas esquinas

toqué sus pechos dormidos,

y se me abrieron de pronto

como ramos de jacintos”.

(Fragmento: “La casada infiel”)

Federico García Lorca

Aquella presentación merecía un “¡salud!” eterno. Todos felices y contentos celebraban aquella epopeya con algarabía e incredulidad por el mágico momento. ¡Qué bohemios! Cómo celebraban ante la inspiración de uno u otro de los asistentes:

“Espíritu sin nombre,

indefinible esencia,

yo vivo con la vida

sin formas de la idea.

Yo nado en el vacío,

del sol tiemblo en la hoguera,

palpito entre las sombras

y floto con las tinieblas.

Yo soy el fleco de oro

de la lejana estrella,

yo soy de la alta luna

la luz tibia y serena.

(Fragmento: “Rima V”)

Gustavo Adolfo Bécquer

Esa poesía ameritaba desde el alma otro “¡Salud!”, esta vez profundo desde el alma, lleno de alegría y sobriedad, aunque el elixir impetraba la fantasía de lo desconocido, oculto entre bambalinas presto a manifestarse como Lucifer que sale del averno para conquistar a las almas perdidas de la humanidad.

El ritual no sería completo, no solo de poesía vive el bohemio. Ahí debería estar presente la pócima mágica para hacer el conjuro perfecto. Una mezcla sin igual de singani y té. En el argot bohemio conocido como un “té con té”, delicioso, único, matizado con clavo de olor y canela para una velada sin precedentes.

Era la cena del bohemio próximo a la medianoche, como la Cenicienta que se va a la cama. Y de pronto:

“Se va de ti mi cuerpo gota a gota.

Se va mi cara en un óleo sordo;

se van mis manos en azogue suelto

se van mis pies en dos tiempos de polvo.

¡Se va todo, se nos va todo!

Se va mi voz, que te hacía campana

cerrada a cuanto no somos nosotros.

Se van mis gestos, que se devanaban,

en lanzeras, delante de tus ojos.

(Fragmento: “Ausencia”)

Gabriela Mistral

Pasa el tiempo y las personas cambian, el mundo cambia. Los bohemios van muriendo de a poco, otros se casan y mueren en vida o son simples títeres que te sonríen en el trabajo y luego son presas indefensas de la monotonía al llegar a sus casas.

Los menos son simples esclavos que deben obedecer órdenes del amo agresor que no entenderá razones, así la naturaleza haya puesto sus buenos oficios para el encuentro de los bohemios.

De todo ese grupo habrá algunos rebeldes que declararán su independencia, así el castigo posterior sea subirse al cadalso y morir en la horca. No nos olvides de los solitarios, a quienes el amor les negó fortuna.

¡Rayos!, ¡centellas!, ¡relámpagos! El tiempo no interesa para celebrar, aquí estamos y decimos “¡salud!” hasta la eternidad.

Pero, ¿qué pasa?, ¿la dominación llegó?, ¿ahora qué hacemos? Somos solo unos cuantos… No importa, igual podremos sobrevivir.

“No soy yo quien te

engendra,

son los muertos,

son mi padre,

su padre y sus mayores;

son los que va largo dédalo

de amores trazaron

desde Adán

y los desiertos de Caín y Abel,

en una aurora tan antigua

que ya es mitología,

y llegan, sangre y médula,

a este día del porvenir

en que te engendro ahora.

(Fragmento: “Al hijo”)

José Luis Borges

La poesía, la literatura y la dramaturgia muere de a poco en nuestros encuentros y otros seres nacen, la política, las mujeres y el deporte.

¡Oh no! ¡Estamos en un dilema!, comienzan las confrontaciones y ahora los bohemios se autodestruyen, pelean primero con ideas, con pensamiento filosófico o político y luego se dan de golpes.

Se transforman en verdaderos animales, el más fuerte sobrevive, el más fuerte se come al débil y así sucesivamente, es la ley de la vida y de la selva para seguir en vida.

De los millones de bohemios, ahora solo estamos unos cuantos. A los demás los sorprendió la “peste negra”, estamos ahora como si viviéramos en ciudad Gótica.

Al llamado de la “señal” aparece uno que otro o a lo mejor ninguno. Pero, siempre uno detrás de la máscara o con un traje al estilo Clark Kent, que aparece cuando invoca la necesidad de estar libre y volar para salvar al mundo.

Es un superhéroe tratando de evitar la destrucción del “planeta de poesía” del enemigo llamado “indiferencia” que actúa como Lex Luthor, con kriptonita en mano para destrozar al hombre de acero, lleno de inspiración y fantasía. Creador de ideas e ilusiones, hace a este universo soñar con un mundo de paz e irrealidad, logra vencer al mal fuera de posturas de interés y vaciedad.

Así es el bohemio, poeta y soñador, metafórico como un cometa que pasa por la Tierra, donde todos los humanoides se asustan por perder lo más preciado que Dios les dio… La vida.

Pero no así el bohemio, porque ahí estará como He-Man para salvar al mundo con su pensamiento idealizado de amor, paz y felicidad, esta vez con la escritura para imaginar situaciones que no caben en la mente de un humano normal. Ahora, la pluma y la hoja de papel serán los aliados para dibujar pura fantasía y estará acompañado siempre de su amiga, la soledad.

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