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Domingo 05 de abril de 2015

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Revista Dominical

Semana Santa no solo es comer arroz con leche

05 abr 2015

Fuente: LA PATRIA

Juan Carlos Treviño Meneses - Periodista

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En un mundo donde los valores se van perdiendo cada día, y el consumismo del sistema en el que vivimos prima ante cualquier acción, manifestación o sentimiento, es importante detenernos un instante en nuestro raudo caminar y meditar que estamos haciendo en nuestro paso por la tierra.

La Semana Santa es un tiempo especial en el que podemos realizar este examen de conciencia, tomando en cuenta la esencia de esta celebración religiosa, que concentra la Cuaresma y la Pascua, dos momentos litúrgicos vitales para la Iglesia Católica.

El dinero, el consumismo y sus implicancias se incrustaron en la mayoría de fiestas que tienen contenido religioso y familiar como por ejemplo la Navidad, que en realidad tiene como epicentro el nacimiento de Jesucristo, pero con el transcurso de los años un personaje vestido de rojo, con botas y barba ocupa su lugar, junto con el materialismo reflejado en infinidad de regalos.

La Semana Santa no escapa de este proceso materialista, pero además es distorsionada por algunas tradiciones muy arraigadas en la cultura orureña y por ende boliviana, además de otras que han sido importadas y no tienen relación alguna con las costumbres nacionales.

Nos referimos por ejemplo a la ingesta de una serie de alimentos, denominados como los doce platos en alusión a los doce apóstoles de Jesús y por supuesto el tradicional arroz con leche, manjar que es degustado no solo por católicos.

Al margen de estos alimentos, atiborran los comercios los famosos huevos de pascua, acompañados de conejos de chocolate, animales de orejas largas que son los preferidos sobre todo de los más pequeños del hogar.

Estas tradiciones importadas de Europa, son en realidad las que distorsionan esta fiesta sacra, en la que se celebra la resurrección de Jesús, pero fueron impuestas por procesos consumistas.

En el rito latino, la Cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza y termina justo antes de la “Misa de la Cena del Señor” en la tarde del Jueves Santo. La duración de cuarenta días proviene de varias referencias bíblicas y simboliza la prueba de Jesús al permanecer durante 40 días en el desierto previos a su misión pública. También simbolizan los 40 días que duró el diluvio, además de los 40 años de la marcha del pueblo israelita por el desierto y los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.

En tanto que la Pascua marca el final de la Semana Santa, en la que se conmemora la crucifixión y muerte de Jesús. Es el paso de la muerte a la vida, del pecado a la salvación, la derrota del pecado ante el poder de Dios. La resurrección estableció a Jesús como el Hijo de Dios y se cita como prueba de que Dios juzgará al mundo con justicia. Dios ha dado a los cristianos un nuevo nacimiento a una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. Los cristianos, por la fe en el poder de Dios han de discernir espiritualmente con Jesús resucitado, para que se pueda caminar en una nueva forma de vida.

Es por tanto una celebración crucial, pues nos aleja del mundo pagano, de lo material y nos acerca lo espiritual.

Por eso hoy Domingo de Resurrección es importante detenernos y tomar conciencia de nuestro accionar, dejando de lado lo material y privilegiando lo espiritual para acercarnos a Dios en familia, con el corazón abierto pues Semana Santa no solo es comer arroz con leche, o huevos y conejos de Pascua.

Fuente: LA PATRIA
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