No se trata de malos augurios ni de pensamientos negativos, en realidad de lo que se trata actualmente es de tomar posiciones realistas sobre nuestra economía, que según la jerarquía de área en el Gobierno es saludable, pues está blindada y la caída de los precios internacionales que afecta a nuestras principales materias primas, es un factor coyuntural y puede ser resistido.
Lo que se comenta en la nebulosa del cielo financiero estatal es que el modelo económico es invariable y está basado en el mercado más local que dependiente de la presión externa, además respaldado por más de 15 mil millones de dólares bien custodiados en el Banco Central de Bolivia, a los que se podría recurrir si las cosas se ponen más feas de lo que ya están.
Sin embargo hay claros síntomas que ya afectan a los sectores productivos más vulnerables, como los minerales cuyos precios siguen en descenso y se anticipan obligadas medidas de emergencia para evitar un colapso del sector minero, en tanto que en el caso del petróleo cuyo valor es referencial para fijar el precio de nuestro gas, bajó nada menos que de 100 dólares el barril a menos de 45 dólares, con alguna esperanza de que mejoren las condiciones de su comercialización. En todo caso dependemos de esa jugada de precios para nuestros commodities.
Mientras, es innegable esa situación que tiene incidencia en Latinoamérica, aquí estamos discutiendo sobre los beneficios de la política macro económica que se guarda en bóvedas bancarias, pero que según los analistas de la realidad económica nacional, todavía (las reservas) no han llegado a los bolsillos de la mayoría ciudadana. Se utilizarán sólo en extremo de crisis.
Con esa posición en la cartera de finanzas se prevé que el crecimiento económico del año en curso oscilará por el 6%, aunque datos más globalizados en organismos externos mencionan (para el país) un valor no mayor al 5%, lo que nos permitiría en Bolivia, sortear sin dificultades la crisis de los precios.
Pero no todo puede verse con cristal rosa, por ejemplo en el sector productor privado existen serias dudas sobre el comportamiento financiero nacional, cuando las inversiones entran en riesgo debido a una política salarial que no ha sido consensuada con quienes sostienen la industria y el comercio del país y que se verán obligados a generar reducción de operaciones, lo que significa disminución de personal e incremento del desempleo, además de que sin claras reglas de juego, es muy difícil captar inversiones.
La vigencia de una política que parece no modificará el tipo de cambio del dólar se convierte en una desleal competencia de las importaciones, situación que se agrava con cierta permisibilidad al contrabando y el comercio informal, colocando a los productores legalmente establecidos, entre la espada y la pared, con la alternativa de reducir actividades, justo cuando el Gobierno los impele a efectuar más inversiones.
Lo evidente es que la crisis internacional de todas maneras afectará a nuestra economía y el hecho será real con la disminución de ingresos a los tesoros departamentales, con restricciones para las empresas estatales que deberán hacer frente al régimen salarial vigente, pero sin mejorar su producción, hecho que en el lado privado también tendrá su efecto traducido en menor movimiento económico y productivo.
Frente a estos hechos es importante que se haga conocer con mayor claridad la estrategia real que tiene el gobierno para conjurar la aparente crisis coyuntural.
Fuente: LA PATRIA
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