Que no se diga que volqué la gorra como alguno, volviéndome, de repente, un áulico adulón del Gobierno. Pasaron las elecciones subnacionales y no di ningún espaldarazo a candidatos, menos a los del partido que quizá pretende cambiar siglas: del MAS de un socialismo trucho se convertiría en MASI: Movimiento a la Sucesión Indefinida. Los bolivianos somos supermachos, decía Rius de los mexicanos, y lo aguantaríamos.
Pero dos noticias sobre anuncios oficiales me alegraron y las aplaudo. Empiezo por la segunda. La orden, por fin, de dar inicio a obras en la carretera de la llamada Diagonal Jaime Mendoza. Mi amigo José María Bakovic debe estar feliz en el cielo. Su legado patriota de ‘carreteras y más carreteras’ se cumplirá, así sea con años de atraso demagógico con acoso judicial de por medio.
La primera noticia fue el anuncio del ministro de Obras Públicas de que el Gobierno invertirá $1.000 millones de dólares en carreteras. La prioridad es integrar Bolivia, “al menos en el eje” troncal. Ojala fueran cinco mil millones y que no sea lo que en mis pagos se llama ‘conversa fiada’ en época preelectoral en que los candidatos ofrecían lotes en la luna y aguadas en Marte, según mi afiebrado magín.
Sin embargo, no me place la implícita distorsión de prioridades, cuando el Presidente anunció una doble vía a Challapata y de ahí a la frontera. ¿A qué países y a quienes les tendemos la cama? A Chile y a Brasil, por un lado. Por otro, a matuteros de la Zofri, penderejiles de autos usados, contrabandistas de uva sin pepa irrigada con agua del desviado río Lauca, cuando no a camioneros de combustible subvencionado por los bolsillos de todos los bolivianos.
Preferiría una doble vía a Uyuni, por Tiahuanaco, las orillas del Lago Titicaca y Ulla Ulla, al Parque Madidi. Facilitar que Bolivia tenga su propio paquete turístico altiplánico, afín aunque modesto, comparado con el peruano que atrae miles de turistas (y millones de dólares) a Cuzco y Machu Picchu. O si primasen objetivos geopolíticos, al puerto de Ilo y que languidezcan, así sea de a poco, los patrioteros de Arica.
Pero somos un país de fanfarria, conversa fiada y recaudos ridículos.
Ejemplo de lo primero es alardear de la doble vía El Alto-Oruro, con tan mala suerte que a los días la carretera cobró sus primeras víctimas. En el sur de Chile impresionaron las dobles vías de todas partes a todas partes. En un ocasional desvío, percibí que su bacheado era más que remendar huecos con arena asfaltada, sino reconstruir tramos de carretera con profunda base y más de 20 centímetros de asfalto o cemento. Todo financiado por motoristas que pagan sin chistar más del doble por el combustible, que aquí subvencionamos. Hay modernas cabinas de peajes diferenciados para coches livianos, camionetas y camioncillos, buses y camiones de porte, carros pesados.
Digan si no fue conversa fiada que candidatos de uno u otro cuño ofreciera tren interurbano en Cochabamba, si no pueden ni siquiera relocalizar malolientes curtiembres que regalan el buqué de la ciudad a pasajeros de moderno aeropuerto. Coincidieron los municipios en rotondas pero no en adornos de mal gusto, ambos anulados hoy que el tráfico aumentó en mancha urbana que desconoce jurisdicciones y límites municipales. ¿Se circunvendrán las urbes en los corredores bioceánicos?
Ridículos son los recaudos de prohibir el ingreso a determinados predios, usualmente militares. Ni que estuvieran armando bombas atómicas. Por ejemplo, es prohibido ingresar al proyecto de baterías de litio en el Salar de Uyuni. ¿Será para ocultar componentes chinos que asesores asiáticos ensamblan al tiempo que su fabricación nacional se atrasa para las calendas chinas, digo griegas? En Valdivia, Chile, un paseo en bote por el río que lleva al mar, no frunció el ceño de nadie tomar fotos de astilleros y de negro submarino militar convertido hoy en museo de acceso libre.
Han pasado días después que el Gobierno sufriera un tremendo revés electoral. Resaltan los tres componentes de la demagogia oficial en declaraciones post electorales. Fanfarronería alardosa fue vaticinar victoria antes de la gloria, y vergüenza fue que la delegación de la OEA, otrora ciega, sorda y muda a los abusos electorales, declarara su asombro ante atropellos anulando candidaturas de seguros ganadores. Conversa fiada fue que sus candidatos prometan el oro y el moro, mientras el Presidente amenazaba dejar a los opositores sin acceso a dineros del Estado, que no son suyos. Ridículo que atribuyan derrotas a la corrupción, como si no existiera; risible que achaquen descalabros a machismos en contra de las mujeres o a prejuicios anti-indígenas.
Dos caminos se abren ante el Presidente Evo Morales. Uno, patear el tablero sin oír la voz del pueblo elector (que es la voz de Dios), y continuar el resbalón hacia autocracia megalómana y prorroguista; seguramente sería la opción recomendada por sus perros de presa y sus adulones palaciegos. Dos, gobernar con el bien público como norte, logrando la categoría de estadista en los años que le quedan en el Palacio Quemado, respetando y ayudando a los elegidos en las urnas. En un mundo donde campean la insensatez y la borrachera de poder, ¿cuál será el camino escogido por Evo Morales y su entorno?
Tomado de ANF
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