Miercoles 01 de abril de 2015
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Según los datos extraoficiales, el gran perdedor sería el oficialismo. Toda pérdida en una apuesta cobra significación en torno a dos aspectos: lo que se ha perdido, y el importe de la apuesta. Frente al poder ya acumulado, no era deseable que se sumara otro peso. En tal sentido, el resultado contribuye a preservar la democracia. Digámoslo francamente, en la ambición de copar todo se veía asomar el peligro de una dictadura.
Nadie diría que el totalitarismo es cosa buena. Toda concentración de poder comporta un cúmulo de elementos potencialmente peligrosos: es una tentación que induce a cometer abusos. Si se razonara de este modo, nadie se sentiría perdidoso. Para la ambición personal tal vez sea una caída; pero en la perspectiva del interés nacional ha ganado con nitidez la democracia.
En la distribución polarizada de los votos, ¿otra vez las dos Bolivias? En la población concentrada urbana casi todas las alcaldías pasaron a manos de la oposición, y seguramente habrá un resultado distinto en las provincias con la población dispersa. El grado de adhesión a las normas, puede ser un factor condicionante. En las ciudades capitales votó el ciudadano; en las provincias, un sujeto colectivo. No hay cultura democrática en las comunidades indígenas. El llamado “voto orgánico” funciona sin la oposición, con un solo partido.