Miercoles 01 de abril de 2015
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Conocidos, aunque parcialmente, los resultados de las elecciones del domingo y sabedora la colectividad de quienes son los ganadores, lo que corresponde es que éstos tomen conciencia de las responsabilidades que asumirán al ocupar los diferentes cargos. Será preciso que tomen conciencia de que el poder político debe ser de servicio y no medio para servirse del cargo y del país.
Las experiencias pasadas son muy amargas en lo que se refiere a las conductas demostradas por quienes han alcanzado situaciones de poder sea en elecciones generales o en las regionales como ahora ocurre: esos ganadores han ganado por los votos de la ciudadanía; pero, en grado extremo han ganado en soberbia y petulancia que tanto daño hace a la colectividad nacional, que tantos retrocesos implica para nuestro sistema democrático y cuánto resulta en pérdida de valores de personas que se creía que tendrían alguna inteligencia para actuar con humildad y hacen lo contrario.
La soberbia, madre de todos los pecados capitales del ser humano, es siempre generadora de muchos males, especialmente cuando personas que no poseen las condiciones y valores necesarios acceden a situaciones de poder, personas que se creen tanto que hacen del poder el medio para menospreciar a la colectividad que prometieron servir y amar; soberbia que los induce a corrientes de corrupción y, de ahí, a ineficiencia e irresponsabilidad en el cumplimiento de los deberes.