En el proceso electoral que llegó a su máxima expresión este último domingo, se han cumplido en nuestro departamento las reglas de juego impuestas por el Tribunal Supremo Electoral, aunque por las denuncias de dirigentes políticos y cívicos de otros distritos no ha sido lo mismo, dejando dudas entre un amplio electorado que demostrará en cifras cuál fue su decisión final.
La denominada fiesta de la democracia en gran parte del país movilizó a los contingentes ciudadanos para cumplir con el deber obligatorio de asistir a los recintos electorales y depositar su voto en las ánforas establecidas. El nuevo ejercicio electoral tuvo variantes sustanciales con relación a la elección presidencial de octubre del año pasado, cuando se manejó una sola papeleta sin peligro de confundir al votante, aspecto que en la elección reciente tuvo una especial prevalencia por las expresiones de centenares de electores, lo que con seguridad se reflejará en las cifras de votos nulos.
En lo que corresponde a la asistencia ciudadana, las primeras apreciaciones marcaron una respuesta positiva, claro está en el orden de obligatoriedad y en las molestosas contingencias posteriores si se incumplía el deber de sufragar.
La selección de un Gobernador y sus asambleístas, por un lado y por el otro, la de alcaldesa o alcalde y sus concejiles, sin duda alguna representaba una enorme responsabilidad ciudadana considerando que mediante el voto secreto se definía no sólo la suerte de los candidatos sino especialmente la suerte y el futuro del desarrollo local, en la magnitud de la jurisdicción departamental y en el espacio de la creciente ciudad.
Muchas han sido las ofertas electorales y demasiadas las promesas políticas, seguramente la ciudadanía ha hecho un profundo análisis de ese enorme bagaje de material electoral y ha tomado decisiones serenas para hacer una buena selección de las futuras autoridades, esa responsabilidad obligatoria en el tema del voto, conlleva aparejada la voluntad responsable no sólo de elegir con “egoísmo partidario” sino más bien con criterio comunitario, pues la fuerza del voto popular será condición ineludible para que los elegidos cumplan sus promesas y trabajen con sentido solidario y equitativo, pero esencialmente demostrando capacidad, responsabilidad y mucha seriedad.
La colectividad está cansada de discursos y ofertas incumplidas, está además molesta con las denuncias que afloraron en la campaña recordando los hechos de corrupción que alteraron el cumplimiento de muchos planes que deberán ser “enderezados” por las nuevas autoridades, sin que eso signifique que los casos irregulares queden pendientes de tratamiento, juzgamiento y sanción.
La ciudadanía está esperando que se atiendan las demandas más elementales como las de saneamiento básico, agua, alcantarillado, energía eléctrica, calles accesibles y servicios complementarios para vivir mejor en los barrios marginales, pues de eso se trata, mejorar las condiciones de vida de la gran mayoría ciudadana que justamente está fuera del centro urbano, donde el maquillaje de plazas y parques puede hacerse más adelante, aunque sin descuidar el mantenimiento de calzadas y aceras, pero de manera ordenada para no perjudicar y molestar a los vecinos.
De aquí adelante la configuración de los dos centros especiales del poder departamental será cuestión de los resultados que emita y defina el organismo electoral del distrito en un tiempo breve para no mantener la incertidumbre ciudadana a la espera de saber cuál será el destino de Oruro y en qué manos quedará el manejo de la compleja administración departamental.
Fuente: LA PATRIA
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