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Domingo 29 de marzo de 2015

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Cultural El Duende

Antonio Machado

29 mar 2015

Antonio Machado Ruiz. Poeta español. Nació en Sevilla el 26 de julio de 1875 y falleció exiliado en Colliure el 22 de febrero de 1939 durante la Segunda República Española. Formó parte de la Generación del 98. Ha escrito los poemarios: Soledades: poesías (1903); Soledades. Galerías. Otros poemas (1907); Campos de Castilla (1912); Páginas escogidas, Poesías completas, Poemas (1917); Soledades y otras poesías (1918); Soledades, galerías y otros poemas (1919); Nuevas canciones (1924); Poesías completas 1899-1925 (1928); Poesías completas 1899-1930 (1933); La tierra de Alvargonzález (1933); Poesías completas (1936); La guerra 1936-1937 y Madrid: baluarte de nuestra guerra de independencia (1937); La tierra de Alvargonzález y Canciones del Alto Duero (1938)

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A Juan Ramón Jiménez

Era una noche del mes

de mayo, azul y serena.

Sobre el agudo ciprés

brillaba la luna llena,

iluminando la fuente

en donde el agua surtía

sollozando intermitente.

Sólo la fuente se oía.

Después, se escuchó el acento

de un oculto ruiseñor.

Quebró una racha de viento

la curva del surtidor.

Y una dulce melodía

vagó por todo el jardín:

entre los mirtos tañía

un músico su violín.

Era un acorde lamento

de juventud y de amor

para la luna y el viento,

el agua y el ruiseñor.

“El jardín tiene una fuente

y la fuente una quimera...”

Cantaba una voz doliente,

alma de la primavera.

Calló la voz y el violín

apagó su melodía.

Quedó la melancolía

vagando por el jardín.

Sólo la fuente se oía

A la muerte de Rubén Darío

Si era toda en tu verso la armonía del mundo,

¿dónde fuiste, Darío, la armonía a buscar?

Jardinero de Hesperia, ruiseñor de los mares,

corazón asombrado de la música astral,

¿te ha llevado Dionysos de su mano al infierno

y con las nuevas rosas triunfantes volverás?

¿Te han herido buscando la soñada Florida,

la fuente de la eterna juventud, capitán?

Que en esta lengua madre la clara historia quede;

corazones de todas las Españas, llorad.

Rubén Darío ha muerto en sus tierras de Oro,

esta nueva nos vino atravesando el mar.

Pongamos, españoles, en un severo mármol,

su nombre, flauta y lira, y una inscripción no más:

Nadie esta lira pulse, si no es el mismo Apolo,

nadie esta flauta suene, si no es el mismo Pan

En el entierro de un amigo

Tierra le dieron una tarde horrible

del mes de julio, bajo el sol de fuego.

A un paso de la abierta sepultura,

había rosas de podridos pétalos,

entre geranios de áspera fragancia

y roja flor. El cielo

puro y azul. Corría

un aire fuerte y seco.

De los gruesos cordeles suspendido,

pesadamente, descender hicieron

el ataúd al fondo de la fosa

los dos sepultureros...

Y al reposar sonó con recio golpe,

solemne, en el silencio.

Un golpe de ataúd en tierra es algo

perfectamente serio.

Sobre la negra caja se rompían

los pesados terrones polvorientos...

El aire se llevaba

de la honda fosa el blanquecino aliento.

Y tú, sin sombra ya, duerme y reposa,

larga paz a tus huesos...

Definitivamente,

duerme un sueño tranquilo y verdadero

Mis poetas

El primero es Gonzalo de Berceo llamado,

Gonzalo de Berceo, poeta y peregrino,

que yendo en romería acaeció en un prado,

y a quien los sabios pintan copiando un pergamino.

Trovó a Santo Domingo, trovó a Santa María,

y a San Millán, y a San Lorenzo y Santa Oria,

y dijo: Mi dictado non es de juglaría;

escrito lo tenemos; es verdadera historia.

Su verso es dulce y grave; monótonas hileras

de chopos invernales en donde nada brilla;

renglones como surcos en pardas sementeras,

y lejos, las montañas azules de Castilia.

Él nos cuenta el repaire del romeo cansado;

leyendo en santorales y libros de oración,

copiando historias viejas, nos dice su dictado,

mientras le sale afuera la luz del corazón

A don Miguel de Unamuno

Este donquijotesco

don Miguel de Unamuno, fuerte vasco,

lleva el arnés grotesco

y el irrisorio casco

del buen manchego. Don Miguel camina,

jinete de quimérica montura,

metiendo espuela de oro a su locura,

sin miedo de la lengua que malsina.

A un pueblo de arrieros,

lechuzos y tahúres y logreros

dicta lecciones de Caballería.

Y el alma desalmada de su raza,

que bajo el golpe de su férrea maza

aún duerme, puede que despierte un día.

Quiere enseñar el ceño de la duda,

antes de que cabalgue, el caballero;

cual nuevo Hamlet, a mirar desnuda

cerca del corazón la hoja de acero.

Tiene el aliento de una estirpe fuerte

que soñó más allá de sus hogares,

y que el oro buscó tras de los mares.

Él señala la gloria tras la muerte.

Quiere ser fundador, y dice: Creo;

Dios y adelante el ánima española...

Y es tan bueno y mejor que fue Loyola:

sabe a Jesús y escupe al fariseo.

A don Ramón del Valle-Inclán

Yo era en mis sueños, don Ramón, viajero

del áspero camino, y tú, Caronte

de ojos de llama, el fúnebre barquero

de las revueltas aguas de Aqueronte.

Plúrima barba al pecho te caía.

(Yo quise ver tu manquedad en vano.)

Sobre la negra barca aparecía

tu verde senectud de dios pagano.

Habla, dijiste, y yo: cantar quisiera

loor de tu Don Juan y tu paisaje,

en esta hora de verdad sincera.

Porque faltó mi voz en tu homenaje,

permite que en la pálida ribera

te pague en áureo verso mi barcaje

Para tus amigos: