Jueves 26 de marzo de 2015

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Escribir “votar” (sufragar) con “b” le costó el puesto a un funcionario del Tribunal Supremo Electoral (TSE). La decisión administrativa hubiera pasado a formar parte del anecdotario de los procesos electorales bolivianos de no mediar dos detalles, uno de forma y otro de fondo. El error de forma fue el que se cometió en las anteriores elecciones, las presidenciales, en las que miles de papeletas salieron con el encabezado de “Estado Plurinominal de Bolivia” cuando lo correcto era “Estado Plurinacional de Bolivia”. Esa equivocación se resolvió reemplazando las papeletas con otras, con el consiguiente gasto extra para las arcas del Estado.
El error de fondo es haber confundido “botar” (arrojar, tirar, echar fuera a alguien o algo) con “votar”.
Y es que, después de lo sucedido con candidatos como Rebeca Delgado, en Cochabamba; Eduardo Maldonado, en Potosí, y, más recientemente, con Ernesto Suárez y sus más de 220 candidatos en el Beni, los bolivianos tenemos derecho a preguntarnos si para el TSE es lo mismo “votar” que “botar”.
Lo que vimos hasta ahora es que el evidentemente parcializado tribunal electoral ha botado candidatos antes de que los electores vayamos a votar. Los botó, arrojó, tiró, los echó fuera. No importa que sus razones se basen en normas que parecerían haberse promulgado para ese propósito, la sensación que nos queda a los bolivianos es que candidatos por los que muchos iban a votar fueron previamente botados por el TSE. Para incrementar nuestras sospechas, los botados gozaban de la preferencia de muchos ciudadanos que estaban dispuestos a votar por ellos. Los iban a votar pero los vocales electorales se adelantaron y los botaron.