¡Exilio! Esta sola palabra, solita, dice muchas cosas. Incluso sin ir a ninguna parte, puede uno sufrir ese mal. Un “clima interior de orfandad y de exilio” caracterizó la vida de Joyce, autor de Ulises. Los artistas suelen ser propensos al exilio de la soledad: “Esa vida para adentro; ese continuo volverse sobre el propio corazón”... El éxodo masivo de bolivianos a España; los políticos perseguidos por este gobierno; aquellos que se fueron lejos en busca de trabajo, todos ellos, en fin, saben del dolor que causa el exilio.
Un compatriota que radica en Buenos Aires me escribe cada cierto tiempo. Y es para solicitarme aclaración sobre algunas cosas. Sospecha que le llegan noticias distorsionadas; que no es ni tanto ni tan poco lo que acontece en Bolivia. Le llama la atención el zafarrancho electoral que trasciende las fronteras. La anterior vez le comenté que en La Asunta (un lugar de los yungas) se había suicidado un esqueleto; y él a su vez recordó la humorada de Mujica: “esta vieja es peor que el tuerto”.
Hoy la situación es más para llorar que para reírse, aunque muchos han adoptado la filosofía que Beaumarchais pone en boca de uno de sus personajes. “Por el hábito de la desdicha –dice Fígaro - me apresuro a reírme de todo por temor de verme obligado a llorar”. Hay gentes que lloran sin lágrimas, y también con lágrimas de cocodrilo. La oposición es puro llanto, y el gobierno, pura risa; risa mefistófelica. No se conoce la proporción entre uno y otro. Sólo una cosa está averiguada: si no eres masista, eres fascista.
Anuncias tu próxima visita. El transporte por carretera es una aventura. (joint venture); no hay otra clase de viajes en Bolivia. Un monstruo omnipotente llamado “movimientos sociales” es dueño de calles y caminos, puede bloquear en cualquier momento. Según el último jacobino, esos abusos ahora son malos; en los tiempos del terrorismo eran buenos. Sólo el boliviano de a pie no tiene a quien bloquear. Es súbdito de la “nación clandestina”, otrora llamada República.
“La teocracia plurinacional, bajo el reinado mesiánico y vitalicio del hermano Evo, es una mamada genial”, me dices luego. Yo no sé si eso ocurre. Lo cierto es que toda la burocracia estatal, por conminatoria expresa, hace proselitismo para los candidatos oficialistas. Y por las dudas, el jefazo ha lanzado la advertencia fatal: Allí donde gane un opositor, ni agua. “Reflexionen. Depende de ustedes, hermanas y hermanos”. No es una broma. Unos alcaldes tan bravos y tan opositores antes; ahora son dóciles y sumisos masistas. Querían hacer obras.
La corrupción es cosa seria, Cándido. Ningún gobierno, ¡pero ninguno!, ha tenido el coraje de enfrentarla. Casi en vísperas de la caída (2003), un ministro de Defensa incurrió en flagrante acto de corrupción y Goni, en lugar de apartarlo, le ratificó su confianza. El otro día, la Asamblea Legislativa Plurinacional repitió la historia: con graves denuncias sobre desfalco en el Fondo Indígena, la ministra de Desarrollo Rural salió ovacionada y feliz. Es que “ministro no censurado podría ser cambiado, y ministro censurado seguirá siendo ministro”. Esa es la fórmula ahora; aún más protectora y más revolucionaria.
(*) El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia
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