Un antiguo dicho que circulaba en los medios de comunicación pública, expresaba “En cada paraguayo que ve la luz del sol nace un poeta”, traducido a nuestro lenguaje diría que “en cada orureño que nace está un periodista en potencia”. En Oruro fue LA PATRIA el que acaparó la mayor cantidad, en el país, de “escribidores”, atraídos por el auge del periodismo boliviano que bullía en el apogeo industrial y comercial de esta tierra. Esta aglomeración tuvo como resultado la aparición de numerosos periódicos y naturalmente, la concentración de periodistas de la talla de Florián Zambrana, Porfirio Díaz Machicao, Fernando Loayza Beltrán, Rafael Ulises Peláez y muchos otros de la antigua generación de periodistas, gestada e impulsada por el vocero orureño en sus aulas. El exjefe de informaciones, José “Pepe” Gordillo escribió al respecto: “La primera escuela nacional de periodismo, se organizó con figuras notables como Florián Zambrana y Porfirio Díaz Machicao”.
El afán de profesionalizar a los periodistas, fue una constante en Don Enrique Miralles. A su iniciativa se organizó con la Universidad Técnica de Oruro el primer cursillo de periodismo, como una extensión que se dictaba del matutino orureño.
Esta pasión por mejorar los conocimientos de su planta de trabajadores, fue heredada por Marcelo Miralles Bová; hoy continuada por Marcelo Miralles Iporre, Gerente General, y Ximena Miralles Iporre, Directora, “Una combinación de tradición y rejuvenecimiento”.
Al ingresar LA PATRIA al campo de la era computacional hubo cursos especiales para los integrantes de redacción y talleres. Nadie quedó cesante y sí con un nuevo oficio.
Mención especial por su contribución al crecimiento y progreso del matutino orureño, con su aporte intelectual y estímulo constante, para Doña Elenita Bová de Miralles, Miriam Iporre de Miralles y Estela Miralles de Bedregal.
PROYECTOS
VAN Y VIENEN
En el diario desglose de informaciones, en las aulas universitarias el tema de la energía atómica, solar, eólica es igualmente merecedora de la atención estudiantil y docente como motivo de constante tratamiento, sin percatarse que hace más de sesenta años ya eran así mismo temas de actualidad.
Eran tiempos en que los periodistas de LA PATRIA consumían con fruición los “almuerzos solares” que surgían de la prodigiosa mano de Doña Elenita Miralles. Eran alimentos que conservaban sus virtudes. No perdían sus cualidades naturales; cocían parejo.
Don Enrique Miralles, promotor de esta nueva gastronomía, intentó por todos los medios interesar en el uso de esta cocina solar, especialmente para la población nativa. Obsequió algunos de estos artefactos a la Universidad Técnica de Oruro con el deseo de que fueran distribuidos, entre los pobladores de la región andina. No encontró respuesta positiva ni de la UTO ni de los campesinos.
En cuanto a la energía proveniente de los deshechos biológicos del ganado vacuno, auquénido y otros similares, utilizaba en sus pruebas para generar electricidad suficiente como para calentar el agua de una ducha pequeña o un foco de 75 amp. Tampoco obtuvo interés para su mejoramiento y uso posterior. Pero Don Enrique no cejaba en su empeño por ayudar a los habitantes del altiplano orureño. Una de sus inspiraciones más fuertes y constantes fue siempre el lago Poopó. No se convencía de aquella extensión enorme de agua fuese una masa inerte incapaz de generar medios de subsistencia suficientes, a los moradores de sus riberas. Estaba seguro de que su alimentación futura estaba en abundancia a la espera de una explotación racional de esos alimentos, particularmente la pesca.
En sus viajes a Inglaterra entró en contacto con muchos directores de empresas piscícolas. Volvió con abundante información didáctica. Organizó varias instituciones pesqueras, para difundir esa información. Demostró que una hectárea de tierra alcanzaba apenas para alimentar a un vacuno, mientras que una cantidad similar de agua en el lago podía sostener más de una tonelada de alimentos piscícolas. Tampoco estas explicaciones y demostraciones interesaron a la población.
Don Enrique Miralles Bonnecarrere, fueron sus padres el español, Juan Miralles y Cunat y la francesa María Leticia Bonnecarrere.
Actualmente es la familia Miralles la que tiene el timón de LA PATRIA, bajo su completa responsabilidad.
Don Enrique Miralles tuvo como socio único por más de veinte años a Don Cristóbal Molina Rodríguez.
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