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Domingo 15 de marzo de 2015

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Cultural El Duende

¿Queremos ser focas?

15 mar 2015

Lupe Cajías

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Los antiguos libros de zoología y los modernos documentales nos muestran a las focas a orillas del mar, en el extremo del planeta, pegadas a las rocas y con sus aletas viscosas. Unas a otras se aplauden como un acto casi mecánico, acercan las puntas de las extremidades y las mueven frenéticas: ¡clap!, ¡clap!, ¡clap!

¿Reflexionan antes de tocarse? Probablemente no. La razón y el lenguaje que permite comunicar pensamientos y no sólo necesidades instintivas están reservados para el ser humano.

Sin embargo, parece creciente una oleada que recorre Bolivia en los últimos años para convertirnos a hombres y mujeres en focas. Hay que aplaudir lo que opina la mayoría o lo que dice el poderoso, sin espacio a ejercer la libertad de pensamiento, la libertad de gusto, la libertad de palabra.

Cuando me oponía al enfoque represivo de la Ley contra el racismo y toda forma de discriminación, lo hacía desde una posición consciente pues era muy posible imaginar el futuro: ¡la condena a todo lo que se considere fuera del discurso oficial! Pronto se dieron ejemplos absurdos como el proceso contra una conductora de TV.

Estos días la víctima fue uno de los mejores músicos bolivianos que se atrevió a ejercer su derecho a opinar y, ¡peor aún! a difundir sus conocimientos de poesía, composición, acordes. Cometió el pecado de alejarse de las focas, mirar el horizonte y expresar una idea, una Idea, que ahora parece prohibida porque navega contra corriente.

Cientos de comentarios patrioteros (no sé cuántos de esos twiteros conocen las orillas del país, su historia musical, sus festivales originarios), amenazas violentas, cercos citadinos y un largo etcétera, intentaron silenciar una voz profesional sólo por ser diferente al aplauso de las focas.

Aún hay esperanzas de salvarnos de esta granja orweliana. También cientos de otras voces, esta vez con nombre y apellido y no desde el anonimato, defendieron la calidad del músico y su derecho a opinar.

Lastimosamente, desde el poder se encontró la solución más lamentable: más dinero para el circo, más recursos para competir con un festival que ya está consagrado en el continente y en el mundo. Una oportunidad para que las focas aplaudan a las focas y ganen los premios.

Y la cereza de la torta, un comunicador ahora senador asegura que las denuncias de corrupción contra una dirigente son porque es una mujer de pollera. ¿Cuándo lograremos todos ser seres humanos libre pensantes y liberarnos de esos complejos?

Por lo pronto, gracias padre que me educaste para pensar y para hablar y no para aplaudir como foca, sólo por temor a las pedradas y tomates de las turbas.

* Lupe Cajías de la Vega. Periodista.

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