Domingo 15 de marzo de 2015
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La reencarnación en algunas ocasiones es una opción, pues según el caso no necesariamente tenemos que volver a encarnar otra vez. Tan pronto como el alma se haya vuelto más luminosa y ya no tienda a la reencarnación, a la Tierra, puede purificarse en los ámbitos de purificación, donde también puede recorrer el camino de regreso al Hogar eterno, que es la meta final.
En el libro «Origen y formación de las enfermedades», de la Editorial Vida Universal, leemos: «Un alma se puede encarnar muchas veces y recorrer muchas vidas, hasta que por medio del auto-reconocimiento, la realización y la aceptación del acto redentor de Jesús, recorra el camino espiritual de la purificación y ennoblecimiento de su ego, aumentando así la luz redentora que actúa en él. Tarde o temprano cada uno tendrá que llevar a cabo la purificación del alma en esta vida o en posteriores, para volver a ser de nuevo conscientemente la imagen fiel del Padre eterno».
No necesariamente tenemos que ir a una nueva encarnación, a no ser que nos sintamos atraídos a la materia. Aunque si en la consciencia del alma no hay otra cosa que el deseo de volver a la Tierra, el alma tenderá de nuevo a la siguiente encarnación. Pero si se ha llegado a realizar un cierto proceso de purificación, tales almas ya no sentirán el deseo de volver a la Tierra, a una nueva encarnación, por lo que podrán seguir purificándose y desarrollándose en los llamados ámbitos de purificación.