Domingo 08 de marzo de 2015
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Siempre en aras de mejorar a la Obra Maestra del Patrimonio Oral e intangible de la Humanidad, surgió en círculos gubernamentales la idea de la construcción o concreción de un "Diablódromo" o acaso "Folkloródromo" en nuestra ciudad. Hasta aquí, la idea es buena y con seguridad cuenta con la aceptación de gran parte de la ciudadanía orureña especialmente, pero también de la ciudadanía del interior del país.
A partir de esto, y en completo contexto de libertad, han surgido una decena o más de propuestas e ideas, cada cual justificadas por quienes las proponen. Algunas coherentes, otras conservadoras y alguna otra considerada descabellada, etc.
Y es que hemos ingresado al terreno de la competencia alrededor del término "dromo" (lugar destinado a...). Años atrás Río de Janeiro concretaba su “Sambódromo”, recientemente y en imitación, incluso terminológica, se estrena en Santa Cruz el “Cambódromo”, y por ahí surgen comentarios risueños anunciando en Cochabamba el “Llactódromo” y en Potosí el “Tinkúdromo”.
SINGULARIDAD
El Carnaval orureño tiene características muy propias y matices de tradición más que centenarios. La esencia devocional del Sábado de Peregrinación no la tiene ningún otro carnaval. Las comparaciones resultan siempre odiosas y no es necesario hacerlas porque lo de Oruro es Patrimonio gracias a su singularidad, una singularidad rodeada de fe, de simbiosis cultural y de religiosidad irrepetible en cualquier otro lugar del mundo.
