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Domingo 01 de marzo de 2015

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Cultural El Duende

BARAJA DE TINTA

De Don Alonso Ortiz de Abreú a Doña Inés Bernarda de la Barrera y Ayala

01 mar 2015

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La Plata, 1° de abril de 1633

Mi doña Inés de mi vida:

Cuando entendí tener algún alivio en mi continuo deseo, dueño de mi vida, con ver letra tuya, hallo en la primera carta que he recibido mil disgustos con las nuevas de las muertes de mi madre y tío, que no me determino en tan grande sentimiento a saber cuál es mayor. Si bien, por la falta que te ha hecho tu padre, juzgo este pesar por más sensible. Dios los tenga en el cielo, que en lo que me toca, de hacer bien por sus almas, acudo a lo mucho que les debía. Y no es el menor saber los disgustos y pleitos de tu madre y mía, a cuya causa, si en los míos pudiera haber algún medio, los dejara y fuera a servirla y acompañarla en ellos.

Créeme, amor: es que, después de la salvación, en este mundo no deseo cosa como verte, servirte y amarte, tanto por la obligación de parentesco como por la principal de marido tuyo, en lo cual alivio mis penas con la consideración que te he de ver breve, si Dios no determina otra cosa. Yo he considerado, como quien las tiene presentes, las cosas de estas haciendas y no hallo medio para componerlas ni acabarlas, que aunque yo las pudiera vender, puesto que no son más que unos molinos, debo hoy de deudas causadas por ellos más de veinte y cinco mil pesos; y más veinte mil de censo. Pues, como digo, cuando se vendieran, todo se había de ir en pagar esto; y así, por este camino no hay orden de poder tratar esto; a lo que me determino es a que vaya mi hermano don Gerónimo Ortiz el año que viene, que será sin falta el de 34, [a] traerte a ti y a mi hermana doña Francisca; para lo cual llevará el dinero suficiente. Por tus ojos, que te dispongas, que aunque es rigor salir de tu natural, vienes a ser servida, estimada de quien es todo tuyo, que en el ínterin que va y viene mi hermano, me desempeño yo y tenemos la mejor hacienda para poder vivir que hay en este Reino. Yo cumplo en consciencia con esto, puesto que no tengo medio de poder irme, aunque lo deseo más que tú.

No se te ponga nada por delante, que vienes a muy buena tierra y a donde soy muy conocido, tanto por mis obligaciones cuanto por mi proceder, el que ha sido siempre muy conforme a ellas, y no como me dices en la tuya han escrito allá. Y así, bien, mío, por la comodidad de vivir y pasar tan bien como aquí lo haremos, no has de reparar en nada, puesto que en este mundo no tenemos otra, y la principal es verse, que pienso que por lo que deseo esto me ha de hacer Dios bien, su Divina Majestad ha de ayudar a tan buen propósito, pues es causa suya. Yo te considero tan principal en todo, que en lo que te está tan bien no pondrás dificultad ninguna, pues no hay ocasión de ponerla. Y si mi Señora quisiera tratar de venirse también, lo puede hacer, que acá se pasa mejor y con más descanso la vida; y viniendo con sus hijas, claro está que no habrá cosa de pesar, y así, aguarda para la armada que viene a mi hermano que, si Dios no le quita la vida irá sin falta; y si antes hubiera sabido la soledad con que quedaba tu casa, se hubiera determinado su ida ésta. Ya se va disponiendo la plata que ha de llevar y, así, se puede empezar a disponer lo que hubiere de traer.

Por no haber quien se vaya de esta tierra y haber salido dos meses a La Plata, no hay quien lleve 500 pesos que te quería enviar a Lima; escribo a Baltasar de la Coba los remita, que yo los daré aquí a quien los librase; no sé qué hará. El año pasado escribí cómo Hernando Encalada había de ir a lo que ahora mi hermano y, estando con esta determinación, se casó con una muchacha cerca de mis molinos; hanle mandado catorce mil pesos de dote; el casamiento ha sido muy moderado.

Yo he dado en querer buscar la vida en trato de carnerero, el cual es muy honroso en este Reino, en trajinar harinas a Potosí desde mis molinos. Pienso me irá bien; todas las diligencias se hacen para buscar plata y para tratarme honradamente, que en esto pienso no soy escatimado, ni en tener mucho crédito así con mercaderes como con las demás personas, no debiendo la cantidad que me escribe mi Señora ni quedándome con nada suyo, que por cobrar lo que debía a mi tío en Buenos Aires he gastado trescientos pesos en que se saque un pleito y me [he] quedado sin uno y sin otro, por estar tan lejos, que es más breve la correspondencia de España para allá que para aquí.

Escríbeme muy largo de todo, corazón mío; y en particular si mi tío don Pedro Galindo vive; o mis primos mueren; y mi prima, hija de mi Señora doña Isabel Galindo; que deseo saber cómo les va, en particular , le darás un gran abrazo de mi parte; y de don Francisco Encalada, tu tío, no quiero saber nada, que tan mal hombre en su correspondencia merece la poca que yo he de tener con él y tengo. A mi hermana doña Francisca beso las manos; y a ti, la boca. Dios te me guarde para que llegue a efecto mi deseo.

Plata 1 de abril 1633 años

Quien es tuyo hasta morir

Don Alonso Ortiz de Abreu

La misiva forma parte del libro “Del Barroco Literario en Charcas - Doce cartas de Alonso Ortiz de Abreu a su esposa, o las trampas del amor y del honor (1633-1648)”, reunidas y analizadas en su dimensión histórica y literaria por el Dr. Josep M. Barnadas, quien el año 2000, presentó el epistolario de 12 cartas que Alonso Ortiz envió desde Chuquisaca a su esposa sevillana Inés Bernarda de la Barrera y Ayala, con quien se había casado por poder en 1632, a la distancia, cuando contaba con 25 años de edad. Afirma el investigador que no se han conservado las cartas de respuesta de la esposa

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