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Domingo 01 de marzo de 2015

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Cultural El Duende

“Las novelas en El Quijote”

01 mar 2015

“Las novelas en El Quijote” (2011) del maestro en Letras Hispánicas Hernán Lara Zabala, constituye una acuciosa investigación en torno a un tema inagotable: la obra de Cervantes. El Duende publica el acápite “De la libertad”

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De la libertad

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre: por la libertad, así como por la honra, se puede y de debe aventurar la vida; y por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres

Todo parece indicar que para Cervantes la libertad representaba mucho más que un caro anhelo; para él, el concepto de libertad llegó a convertirse en una profunda convicción. Esto se manifiesta en la aventuras que ingenió para encarnarlas en su personaje que, a pesar de verse literalmente enjaulado o de verse coartado en sus acciones por algún juramento impuesto en batalla, logra mantener su libertad de espíritu, acaso gracias a ese mismo recurso idealista que lo movía a afirmar sobre Dulcinea:

Y así, bástame a mí pensar y creer que la buena de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta; y en lo del linaje, importa poco; que no han de ir a hacer la información dél para darle algún hábito, y yo me hago cuenta de que es la más alta princesa del mundo […] Y para concluir con todo, yo imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada, y píntola en mi imaginación como la deseo, así en la belleza como en la principalidad.

Su amplitud de espíritu se manifiesta también en la libertad con la que escribió su novela que, en ocasiones, evoca aquellos momentos en que Don Quijote deja suelta la rienda de Rocinante para que deambule por donde le plazca para luego volver a gobernar a la bestia y conducirla hacia nuevas y arriesgadas aventuras. Pero claro, en la actualidad hablar de un concepto tan relativo como el de libertad, como hablar de novelas o de amor, implica que esclarezcamos nuestros términos. La filosofía contempla varios grados de libertad, cada vez más complejos y cuestiona rigurosamente los condicionamientos y las posibilidades reales que tenemos para ser libres. La libertad que pregona Cervantes no se adentra en estas complejidades. Trata varios carices de la libertad, todos aún vigentes, pero se limita a sus aspectos más apremiantes como se verá a continuación.

La libertad en el amor y en la vida

Y según yo he oído decir el verdadero amor no se divide y ha de ser voluntario y no forzoso.

Anteriormente se ha insinuado que el amor y la libertad nos parecen dos temas profundamente entrañables a El Quijote. El hecho es que hay episodios en los que ambos temas forman parte de una sola historia y recrean la propia posición ante el mundo de Don Quijote. Este es el caso de la novela de la famosa pastora Marcela, quien, desairando las normas de su época, decide renunciar a sus pretendientes, al matrimonio y a la sociedad, a pesar de “su mucha hermosura y sus muchas riquezas” para dedicarse a pastora y, de ese modo, preservar su libertad:

Yo nací libre y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos: los árboles destas montañas son mi compañía; las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y mi hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos.

Esta novela trata, en primera instancia, sobre la libertad de la mujer para elegir en asuntos amorosos: “El cielo aún hasta ahora no ha querido que yo ame por destino y el pensar que tengo de amar por elección es excusado […] tengo libre condición y no gusto de sujetarme”. Pero vista con más profundidad, podrá notarse que la renuncia de Marcela a la vida convencional en aras de la libertad evoca, en más de un sentido, la posición del propio Don Quijote que, en el curso de esta misma aventura, al ser interrogado por Vivaldo sobre su estrafalaria indumentaria, comenta:

La profesión de mi ejercicio no consiste que yo ande de otra manera. El buen paso, el regalo y el reposo allá se inventó para los blandos cortesanos: mas el trabajo, la inquietud y las armas solo se inventaron e hicieron para aquellos que el mundo llamara caballeros andantes, de los cuales yo, aunque indigno, soy el menor de todos.

Marcela y Don Quijote establecen entre sí un mutuo parangón. Ambos son personajes excéntricos y extravagantes para los cánones de la sociedad; ambos se han enfrascado en la íntima lucha personal que conlleva profundas convicciones que ponen en jaque a aquello con quienes se topan. A causa de la decisión de Marcela de vivir en la soledad el cabrero dice que “hace más daño en esta tierra que si por ella entrara la pestilencia”. Lo mismo sucede con Don Quijote que, con su intención de deshacer todo género de agravios, se convierte, irónicamente, en el personaje agraviado por excelencia de la novela. A Marcela la acusan de la muerte de Crisóstomo. A Don Quijote de estar fuera de sus casillas. Por eso, una vez que Don Quijote ha escuchado la versiones de ambas partes los que recriminan a Marcela, encabezados por Ambrosio, el amigo de Crisóstomo, por un lado, y la intervención de Marcela que enarbola su propia defensa, por otro, él decide tomar partido por el dilema moral de Marcela, con quien se siente identificado de manera similar a como se ha de unir con las causas de Cardenio, de Basilio y de Roque Cuinart:

Ninguna persona, de cualquier estado y condición que sea, se atreva a seguir a la hermosa Marcela, so pena de caer en la furiosa indignación mía. Ella ha mostrado con claras y suficientes razones la poca o ninguna culpa que ha tenido en la muerte de Grisóstomo, y cuán ajena vive de condescender con los deseos de ninguno de sus amantes, a cuya causa es justo que, en lugar de ser seguida y perseguida, sea honrada y estimada de todos los buenos del mundo, pues muestra que en él ella es sola la que con tan honesta intención vive.

Para tus amigos: