Sábado 28 de febrero de 2015
ver hoy
Apenas conocida la irracionalidad de los yihadistas y la observación de inconcebibles imágenes filmadas a posta para testimoniar la acción primitiva, destrozando irreparables obras de arte antiquísimas (siglo 17. Antes de Cristo) en el museo de Irak, emergió un dolor universal debido que este dolor es un mal solo porque es la vivencia de un mal. Este dolor por el arte concebido con profunda inspiración y amor por nuestros antepasados humanos produce un inobjetable disgusto, una repugnancia al mal experimentado cuando nuestros ojos, atónitos a esta desestructuración del ser humano, contemplaban el aniquilamiento de bellezas históricas. Entonces, se consuma el mal al arte que denota la ausencia total de perfección y plenitud del ser porque el mal no tiene valor.
Ese odio negador del valor propio de la persona odiada y la ideología que representa se manifiesta materialmente violento contra la habilidad, pericia y sabiduría de esos eminentes artistas que fueron capaces de legarnos obras de arte sin cálculo de valor, pues todo intento de ponderación sería siempre aproximado.
Como podrá la humanidad imaginar, inventar o trazar, así como acomodar la belleza y el mensaje de estas obras, hoy hechas polvo?. Esos artistas hicieron brillar la belleza de sus ideas con contenido y vigor como para que en el tiempo y el espacio hagan relucir las expresiones internas y los misterios del ser.