Propiamente está concluyendo el mes de febrero, el más corto del año y el que tiene más días no trabajados, especialmente en Oruro, por lo mismo dejando un saldo no muy saludable en materia de cuentas, las que podrían dar como resultado inclusive saldo en contra. En muchos hogares orureños, ese balance mensual es casi siempre deficitario.
En general, en el país en conjunto, las cosas también van por esa misma línea en los registros del mes, en unos distritos con mayor incidencia que en otros, pero de manera general, y es lo que se dice, a nadie le quitan lo bailado, aunque dura sea la cuenta.
Pero el próximo mes hay que volver a la realidad y tal situación obliga a un recuento de los hechos recientes que configuran para la Nación un panorama que sin ser desastroso implica ciertas previsiones para contrarrestar el recorte presupuestario que con seguridad será aplicado en algunos rubros de la administración estatal.
Dos posiciones que se manejaron meses atrás han cambiado en la actualidad, por una parte aquello de que la caída de precios es sólo coyuntural y que no afectará nuestra economía, ya no es argumento válido pues quiérase o no habrán reducciones en los ingresos nacionales y eso se sentirá en un replanteo que con seguridad limitará la distribución por ejemplo del IDH que llega a todas las gobernaciones. La otra situación tiene que ver con la urgencia que exige el asunto para definir el uso de algo de nuestras reservas internacionales para compensar a sectores estratégicos y vulnerables en materia productiva. El sector hidrocarburífero en primera instancia y la minería luego para evitar su crisis operativa.
Datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística INE señalan que entre los años 2013 al 2014 la venta de materias primas se ha reducido, el caso de los minerales, exceptuando el zinc, pero con dureza en el caso del estaño, que resulta el principal mineral de producción y transformación metálica para la exportación. Se suman el caso de la soya y en cierto nivel las ventas del sector agrícola que bajaron en más del 15%, lo que redunda en un menor valor de nuestras exportaciones.
La incertidumbre latente tiene que ver con el precio promedio del barril de crudo, que si persistiera en su bajada ocasionaría un desbarajuste en las optimistas apreciaciones de nuestras autoridades financieras, situación que sin embargo no debe descartarse y más bien promover la definición de ciertas medidas de prevención que abran alternativas de compensación para mantener los niveles de bienestar colectivo.
Los analistas económicos y por supuesto los expertos en tan delicada materia convienen en observar ciertas posiciones que en el “centralismo administrativo” deberían modificarse, por ejemplo, el asunto relacionado con los gastos extras del Estado y en esa línea es menester restringir de manera radical todos los gastos suntuarios que se perfilaban en el tiempo de las vacas felices, lo que ha cambiado para dar paso a una realidad que afecta a todas las economías de la región suramericana.
No está demás amplificar una idea de economistas nacionales, en sentido de planificar algunas políticas tributarias, insertando por ejemplo al “ruedo” de los contribuyentes a los cocaleros, a los gremiales mayoristas que hacen negocio con el contrabando y se mimetizan en un régimen tributario simplificado, cuando deberían pagar grandes impuestos.
Lo importante es que dadas las circunstancias actuales hay que buscar medios para compensar las restricciones económicas, pero cuidado, no será justo que se eleven impuestos al sector legalmente establecido, dejando en jauja a los ilegales e informales.
Fuente: LA PATRIA
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