En el curso de las relaciones exteriores (RR.EE.) y lo que corresponde propiamente a la “diplomacia de los pueblos”, hay muchas alternativas que hacen complejo el tratamiento de este asunto sumamente delicado, más aún si este vínculo de interrelación está suspendido o ha sido vulnerado por una de las partes en su acercamiento regular.
Es lo que está pasando en el caso de nuestro país y Chile, con una serie de actitudes de su Ministro de RR.EE. que aprovecha la situación mediática de algunos medios en su país, no todos, que mueven sus declaraciones en el sentido extremo de la confrontación, cuando lo regular pudiese ser, aún ahora, el diálogo fraternal y ético.
Duchos conocedores del manejo diplomático práctico, por lo menos en lo que corresponde a nuestra cancillería y otras instituciones afines, saben que lo mejor no es “alborotar el panorama”, sino guardar discreto silencio cuando las condiciones así lo exigen, impulsando más bien la práctica de conversar manteniendo la elemental regla de saber oír y saber hablar, cuando así lo exige la situación.
Lo interesante es saber justamente a través de un texto de Chile que sus autoridades confiesan vulneración al libre tránsito, un aspecto esencial y primordial del Tratado de 1904 que tanto alude la diplomacia de La Moneda y que sus conciudadanos no toman en cuenta en Arica y otros puertos, perjudicando seriamente los intereses de exportadores, importadores y transportistas bolivianos, cuando los empleados portuarios suspenden sus labores y no reponen los daños y perjuicios.
Ese sólo caso es una muestra de la forma en que se alteran los compromisos, se incumplen tratados y se vulneran las condiciones armoniosas que son la base de buenas relaciones exteriores. Lo de Chile y su impetuosa posición queriendo confundir opiniones y mostrar a Bolivia como país que incumple un Tratado, es una falacia que se desarma por si sola ante la evidencia de que la demanda planteada en la Corte Internacional de Justicia CIJ de La Haya, no menciona en absoluto el tema del Tratado de 1904, que como se sabe es incumplido unilateralmente por la burocracia de ese país.
Otro hecho reciente fue la reunión de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) en su sede en Montevideo, en la que Bolivia planteó de manera formal un reclamo exigiendo a Chile eliminar el sistema de cupos que dificulta el comercio exterior y coloca a los transportistas bolivianos ante una situación de injusticia que los perjudica unilateralmente, ya que deben esperar por varios días el cumplimiento de turnos, lo que se define claramente como una restricción arbitraria impuesta por Chile al transporte terrestre boliviano.
A propósito del asunto, debe recordarse que tras la guerra del Pacífico Bolivia firmó el Tratado de 1904 por el que cedió a Chile su acceso costero. “Chile se obligó entonces a ceder a favor de Bolivia el más amplio régimen de libre tránsito”. Además el régimen de libre tránsito, que fue ampliado en 1937 y posteriormente en 1953, “establece que las decisiones sobre la regulación de este sistema serán bilaterales”. La restricción que aplica Chile al tráfico del transporte boliviano, es una medida unilateral. ¿Quién incumple entonces el Tratado?. La respuesta es obvia.
Aún dadas estas circunstancias, desde Bolivia se han dado muestras claras para desarrollar una política de diálogo, que significaría dar paso al tratamiento de la agenda de 13 puntos, instancia que es conocida por la Presidente Michelle Bachelet, cuya respuesta sigue esperando la diplomacia boliviana.
Fuente: LA PATRIA
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