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Domingo 22 de febrero de 2015

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Revista Dominical

Un corte solidario contra el cáncer y la discriminación

22 feb 2015

Ximena Miralles Iporre - Directora de LA PATRIA

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Era domingo de Carnaval, tras una tormenta que se desató con granizo, relámpagos, rayos y truenos, el conjunto Incas Kollasuyo Hijos del Socavón entró en la Avenida Cívica “Sanjinés Vincenti”, el piso estaba mojado y lleno de espuma, entonces esta jovencita que bailaba con entusiasmo resbaló y se desplomó.

Sorpresa, se le cayó la peluca y el público enmudeció, fue auxiliada por los policías que estaban cerca, como pudo se acomodó la peluca, sus rescatadores no pudieron hacer mucho, ya que la nariz le sangraba profusamente, se había hecho un corte en la parte superior y necesitaba atención médica, se acercaron paramédicos contratados por la Asociación de Conjuntos del Folklore de Oruro (ACFO) y se la llevaron para atenderla con calma.

Detrás del monumento al Soldado Desconocido procedieron a curarle la herida, pero ella estaba muy avergonzada, la joven de 22 años me pidió que le tape porque no quería que nadie viera que estaba usando peluca, explicó que tenía cáncer y que estaba en un tratamiento de quimioterapia, le contesté que era natural y que no sintiera vergüenza, derramó unas lágrimas y me partió el corazón, solo atiné a decirle que igual se veía linda, no le mentí, pero ella dijo que no todos piensan igual.

Me pidió el celular para llamar a su mamá, se lo presté hasta que pudo comunicarse con ella, brevemente le relató lo ocurrido entre lágrimas y mientras fui a conseguir agua para que tomase la pastilla que le habían recetado, llegó su progenitora y agradecieron la ayuda que le brindé; al ver que la joven ya estaba en buenas manos, le repetí que igual se veía linda, que no se sintiera mal y me fui.

Creo que Dios me puso a esta muchacha en el camino, porque aquella fue la segunda vez que me la encontré ese día. Recordando aquello pensé que era algo ilógico que le diga que no se avergüence por su cabello cortísimo cuando yo tenía el mío muy largo, quizás no me creyó cuando le dije que era linda con o sin cabello, o le habrá parecido hipócrita cuando se lo dije.

Este incidente me llevó a asumir una determinación, quizás algo drástica, pero lo pensé mucho antes de proceder, decidí raparme por solidaridad, no solo con aquella jovencita, sino con todas las personas que padecen cáncer y tienen que enfrentar con valentía las duras sesiones de quimioterapia, pues es quizás su única esperanza de vida, pero hace que se les caiga el cabello entre otras cosas.

Una persona muy querida solía decir que el blanco de todas las burlas por lo general son los pelados, los petisos y los gordos, por eso fue para mí muy difícil asumir esta decisión, algunos creen que estoy loca, otros simplemente se sonríen, algunos preguntan por qué, otros se preocupan pensando que me enfermé de algo y yo me siento feliz de haberlo hecho por una buena razón, no soy una pionera, pues una colega argentina, Paula Poma, lo hizo antes para apoyar la lucha contra el cáncer y se rapó en público durante su programa “Libertos”, que estaba saliendo al aire.

Las reacciones de las personas son diversas y a muchos se les hace extraño ver a una mujer rapada, pues la mayoría tiene muy arraigado el preconcepto de que “la mujer es un animal de cabellos largos e inteligencia corta”, como dijo el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, pero eso no tiene por qué ser así, lo que importa es lo que tenemos en el interior, más que el físico importa el espíritu y ese es el que tenemos que cuidar con esmero.

Al fin y al cabo el cabello vuelve a crecer, pero la lucha contra el cáncer es dura y hay que seguir hasta hallar la cura por el bien de las personas que batallan contra esa enfermedad todos los días.

Quienes discriminan lo hacen por los prejuicios que tienen arraigados en su interior, pero no piensan que están haciendo lo contrario de cultivar su espíritu y permitir que este crezca, pues mientras más humildes somos más grandes nos hacemos, aquellos que se ríen de una mujer rapada son quienes deben dar lástima y no así los valientes que enfrentan con coraje las duras pruebas que la vida les pone en el camino.

Por otra parte, esta experiencia fue enriquecedora porque ante las diversas reacciones de la gente aprendí a reírme de mí misma, a asumir las consecuencias de mis decisiones sean buenas o malas, a enfrentar el qué dirán sin darle más importancia que la que merece, a ir contra los preconceptos, la hipocresía y la discriminación por la condición física.

No me agrada mucho escribir en primera persona pero quería contar esta historia y lo que me llevó a asumir semejante determinación, no por justificarme, sobresalir o para pedir que otros vayan a raparse, sino porque espero que esta experiencia sirva para que las personas piensen dos veces antes de burlarse de sus semejantes, sea cual fuere su condición física; todos tenemos defectos, no somos perfectos, pero también tenemos virtudes y estas resaltan cuando salen desde nuestro interior, de nuestro mundo espiritual.

Para tus amigos: