Hay una palabra fundamental en la predicación de Jesús, como que había constituido el tema fundamental de la predicación de Juan el Bautista: “convertíos”. Convertíos, así comienza la predicación de Cristo, porque dicho vocablo contiene la esencia de todas sus enseñanzas, y convierte en vida sus palabras. Conversión significa en Jesús: cambio de corazón, reconocimiento de una conducta equivocada y deseo de rectitud en el porvenir. Quien no se convierte, prostituye la Palabra divina, cambiándola en mera erudición o advertencia, pero sin fruto en la práctica.
El Miércoles de Ceniza en la Iglesia Católica es el primer día de la Cuaresma, cuarenta días antes de la Pascua. En este día se inicia un tiempo espiritual particularmente importante en preparación a vivir el Misterio Pascual, o sea la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza (cf. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, 125).
Es importante subrayar que la observancia de un período de penitencia anterior a la Pascua tiene profundas raíces en la Iglesia primitiva. El historiador Eusebio (Historia de la Iglesia V. 24), registra una carta escrita por San Ireneo (segunda centuria) al Papa Víctor I, en la que se refiere al hecho que se había suscitado en la Iglesia, una controversia respecto de por cuánto tiempo debía practicarse “el ayuno” pre Pascual, que da testimonio a la antigüedad de esta práctica.
Para un alma sincera -solo para ella-, la Cuaresma posee una importancia sensacional: es el itinerario desde Satanás, que la poseía, hasta Dios que la admite como su hijo. Camino largo, de seis semanas de honda reflexión a la luz de selectos textos inspirados.
La Cuaresma es el dominio de Satanás, es la época especial de sus más apabullantes tentaciones. Sobre todo de la tentación de la falsa inconsciencia que convence a la mayoría de los cristianos de que no tienen pecados, o que sus pecados son de poca importancia, o que no tienen reflejo en la eternidad, o que basta sincerarse ante un crucifijo para quedarse puros.
La Cuaresma es todo lo contrario: es la época de las especiales llamadas de Dios al alma, provocando su auténtica conversión o cambio substancial del pecado a la gracia. Los evangelistas nos presentan, con dramatismo, el encuentro definitivo de Satanás con Jesús, a quien quisiera apartar de su camino de Redentor mediante las tentaciones de poder, de sensualidad, de riquezas.
Lo mismo que al Maestro atacará radicalmente a sus discípulos, sobre todo a quienes gozan de una falsa seguridad de su propio estado.La Cuaresma suponía mucho para nuestros antepasados: ayuno obligatorio, ejercicios de piedad sufrientes, penitencias voluntarias, lectura de la Pasión de Cristo, ejercicio del Viacrucis... Externamente se le exigían penitencias para que el ambiente externo de penitencia provocara un ambiente interno de reflexión honda, de estimación de los bienes eternos y de renuncia a los estorbos de los bienes materiales.
Lastimosamente, la Cuaresma ha desaparecido. Se celebrará en la Liturgia, pero apenas tiene trascendencia en la vida ordinaria de los fieles. Recuerda uno con terror, la situación de una mayoría de católicos, retratados magistralmente por San Pablo en su carta a los cristianos de Filipo: «Lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios es el vientre; su gloria sus propias vergüenzas. Solo aspiran a cosas terrenas».
Cada uno debe crear, estimar y aprovechar su propia Cuaresma. Cada uno debe buscar sus momentos de examen profundo del alma. Cada uno debe elegir sus ratos de comunicación sincera con Dios. Cada uno debe hurgar en lo más íntimo de su alma para descubrir sus propias telarañas. Cada uno debe inyectar en su propio interior el bálsamo del perdón de Dios. Cada uno debe desear y buscar las ayudas extraordinarias de Dios.
No hay resurrección sin sacrificio. No hay Pascua sin Cuaresma. No hay Vida sin conversión. No hay conversión sin humildad en el reconocimiento de los pecados.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.