Existe alegría en los loteadores, comerciantes informales de terrenos privados y públicos, que pasaron su irresponsabilidad a la ciudadanía humilde de escasos recursos y la Alcaldía. Ahora en tiempo de lluvia no existen las garantías ofrecidas por los vendedores loteadores a las víctimas. Algunos de estos comerciantes informales formaron juntas vecinales y se hicieron políticos oportunistas.
El negocio de loteamiento formal e informal crece porque es una organización de poder que tiene información privilegiada obtenida de ciertos funcionarios municipales, Instituto Geográfico Militar (IGM) y otras instituciones de Justicia, y es apoyada por terminados abogados y grupos de choque. Según las víctimas con ese poder amedrentan a dueños, compradores y funcionarios honestos. Formalmente existen algunas empresas constructoras y terratenientes que también ofrecieron urbanizaciones sin otro objetivo que el de lucro. Así se comercializaron áreas verdes y crearon barrios sin los servicios básicos, aunque en nuestro país son un derecho humano.
En fin, hoy la ciudad, Alcaldía y Gobernación, deben pagar la emergencia con la construcción de defensivos, tareas de seguridad y salud.
En todo caso, una comisión del Concejo Municipal y/u otras instituciones debiera investigar a los creadores de esas zonas o barrios nuevos con inundaciones, aunque en las actuales condiciones tal vez algunos Concejales y dirigentes vecinales no lo harán. Pero es una obligación acabar con la complicidad de esos funcionarios municipales, judiciales, IGM y dirigentes. Las respectivas autoridades debieran identificar y buscar a los implicados en el negocio de los lotes y tierras.
Para el futuro es necesario planificar la ciudad de manera consensuada.
En el mismo tema, el principio del transporte público es satisfacer las necesidades de los pobladores de la ciudad para sus tareas cotidianas familiares y profesionales. Sin embargo, actualmente los sindicatos de micreros o minibusistas colocan las condiciones a la ciudadanía y se lotean las líneas de transporte.
También existen vehículos en mal estado y esto porque la inspección vehicular es artesanal y no cumple con los requisitos tecnológicos básicos para garantizar la seguridad de los conductores y peor para pasajeros. Cómo es posible que existan minibuses que sostienen los asientos con alambres, las puertas con tiras de neumático, el tablero del transformer donde salen todas las conexiones eléctricas y otros con los escapes que emiten humo y parecen chimeneas que salen directo a la respiración de niños y personas de a pie. Con ello también contaminan el centro, las zonas periurbanas sin ningún control.
Lamentablemente no existe un taller equipado y certificado para la Inspección de vehículos en nuestra ciudad. Estos días se ve en la inspección a un mecánico con linterna que revisa luces, frenos y algo más de acuerdo al ciudadano. ¿Será eso una correcta revisión vehicular? Por ello, las juntas vecinales podrían ser parte de la revisión de la gestión del transporte público y evitar la corrupción de algunos funcionarios de tránsito o municipales. Además estas movilidades no debieran estar en servicio más de 15 años.
El transporte público de hecho ya está subvencionado en impuestos municipales en 50% y GNV, pero ¿a cambio de qué? Cuando los usuarios exigen un buen trato o se cumpla la ruta los conductores amenazan con golpearlos o reciben respuestas groseras como: “Vaya en taxi si está apurado”, “Nadie se hace rico con 10 centavos”, “puedo ir por donde quiero”, etc. No se respeta la comodidad de los pasajeros, los minis son espacios donde la ciudadanía va como sardina. Se tiene que sancionar también a los transformadores de espacio, los minis para 11 pasajeros de un día para otro son para veinte, con esta irresponsabilidad colocan en peligro a los pasajeros por afán de lucro. ¿Cuántos accidentes de transporte público existen? La mayoría por negligencias humanas, exceso de velocidad, consumo de alcohol, distracción con celular, música con gran volumen, o jovenzuelos o personas de la tercera edad que no están en condiciones de manejar un transporte público. ¿Dónde está el trabajo del Concejo Municipal?
Desde luego, no solo se trata de trabajar en control sino también en prevención. Así la Alcaldía con apoyo de los medios de comunicación podría realizar capacitación específica a los conductores de servicio público y público en general, en primeros auxilios, mecánica, higiene, atención al público, etc.
De otro lado, la Alcaldía puede garantizar la calidad de servicio construyendo una estación de revisión técnica vehicular computarizada que funcione todo el año y con ello evitar falsedad de datos y corrupción de funcionarios. Podría imprimir un tríptico con las rutas del transporte público y sus horarios, colocar los lugares de parada con los números de líneas, e implementar un control municipal y vecinal del tiempo de salida y llegada del transporte público.
En la misma perspectiva, la oficina de Defensa al Consumidor está casi compuesta de catadores, personal viejo en conocimientos y expertos en sanciones pero sin ninguna experticia en nutrición, análisis de alimentos y calidad. ¿Cómo saber si los alimentos a la venta tienen residuos de pesticidas u otros químicos, o son transgénicos?, ¿Cuántos son profesionales en esas áreas?, ¿Por qué no existe un laboratorio municipal de alimentos?
Los mercados son depósitos de comerciantes empresarios o un conjunto de columnas metálicas o de concreto que no da comodidad a los vendedores o compradores. No existe control constante de las balanzas y romanas. Es normal que vendedores indiquen que una libra es igual a un kilo. Se sigue transportando la carne de manera no higiénica y los alimentos están casi en el suelo. No existe un refrigerador municipal o son pocos vendedores que lo mantienen. Cerca de los granos y carnes se ven perros y ratones. Al parecer ningún funcionario, trabajador o comerciante de mercado sabe del análisis de los puntos críticos de contaminación. Se mezclan alimentos crudos con cocidos. El principio es que los mercados ofrezcan alimentos saludables. Desde el punto de vista social los mercados no tienen guarderías adecuadas en funcionamiento, ni espacios de descanso o esparcimiento para las madres y niños. Los servicios higiénicos son muy viejos. La seguridad es mínima para vendedores y compradores, no existen cámaras ni un puesto básico de primeros auxilios. No existe una visión de cambiar el mercado del siglo 19 en un espacio social - cultural, sino el loteamiento de las calles para lucro de comerciantes y funcionarios. La premisa debiera ser velar por la salud de la población y fomentar la comida saludable.
En resumen, primero la tarea es luchar contra el loteamiento, el abuso y la corrupción. Segundo que el personal de la Alcaldía debiera ser auditado, cualificado y destinarse de acuerdo a las capacidades para bien de la comunidad orureña.
La ciudad se visualiza y planifica a 20 o 50 años y no se cambia en 4 meses pero es necesario dejar las huellas para una ciudad eco sustentable - vivible con una visión del siglo 21 y dejar de ser la ciudad campamento o de tránsito.
(*) Es Máster en Innovación y Competitividad UASB
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