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Domingo 15 de febrero de 2015

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Cultural El Duende

BARAJA DE TINTA

“La compasión que despierta la amargura y la lacería humanas”

15 feb 2015

Respuesta de Jaime Mendoza a Franz Tamayo -(Segunda y última parte)

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Uncía, 20 de abril, 1912

Querido amigo:

Tengo que hablar de mi libro pues que usted me habla de él.

Este libro no es la exteriorización de mis inclinaciones artísticas naturales. “Debo confesarle que he sacrificado en mucho mi tendencias artísticas, por hacer campo a la verdad que muchas veces es repulsiva. Pero he debido adoptar ese recurso por varias razones.

Una de ellas: el deseo de poner esa verdad ante los ojos de los gobernantes, de los legisladores, y en general de los que pueden hacer algo a favor de la clase obrera de Bolivia. Este mismo método sigo en otro libro que acabo de escribir sobre el siringuero, diferente ejemplar de obrero boliviano, cuya situación es aún pero que la del minero.

No soy un apóstol, ni mucho menos. El ejercicio vulgar de mi profesión ha hecho que me acerque a gentes y cosas de toda laya, inclusive las más feas y asquerosas, y sintiendo ante ellas la compasión natural que despierta la amargura y la lacería humanas, escribo siquiera no sea más que al correr del lápiz, sin cuidarme de la contextura artística, mis rápidos bocetos.

Por lo demás, querido artista y filósofo, repito a usted lo que le dije en La Paz: soy un espíritu inculto, casi salvaje. Cuando escribo un libro, mal puedo sujetarme a cánones que no conozco. En el caso presente, la regla que me he impuesto es ser llano, pedestre y vulgar, para ser comprendido por todos mis semejantes. Si yo quisiera dar salida a ciertas cosas íntimas, usted me comprendería aunque después me combatiese. Pero usted es un bloque monolítico en medio de una pampa; yo quiero hablar a la pampa.

Leo una frase extraña en su carta: “Si por miseria se ha de entender el supremo sufrimiento humano…” Protesto de tal definición. El sufrimiento, y más aún si es supremo, es una gran fuerza, es la reacción de la energía humana ante los golpes de la suerte. La miseria es… miseria.

El sufrimiento es noble, fecundo en resultados maravillosos, profesor de enseñanzas bellas. Gracias a él la dicha es más profunda; sin él no se explica la alegría ni la vida en suma. El que no sufre es que está muerto, tanto como el que no ríe.

¿Usted pide un arte tonificante, despertador de energías, educador de la voluntad? Entre usted querido amigo, en ese templo augusto, inmemorial y definitivo donde mora el gran maestro, el dolor; de allí saldrá usted más vibrante, más ágil y más fuerte.

Espero que usted, mal de su grado, volverá a leer mi libro sobre los mineros, y leerá también otros dos que tengo escritos y que son de corte parecido pues persiguen fines análogos. Digo esto porque usted será legislador, y por lo mismo tendrá que consultar documentos entre ellos mi libro del que Demetrio Canelas ha dicho que “puede ser consultado como un informe notarial sellado y rubricado por un oficial de fe pública”.

Gracias.

Presente usted mi respeto a su señor padre y escríbame a Sucre donde voy por algunos días.

Su decidido amigo.

Jaime Mendoza

Franz Tamayo. La Paz (1879-1956), considerado como la máxima figura de la cultura boliviana en el siglo XX. Dispersó su talento en la política y en la prensa. Ganó las elecciones para la Presidencia de la República inmediatamente después de la guerra del Chaco, pero su mandato fue anulado por el golpe de Estado del General Toro.

Posteriormente (gobierno de Villarroel) ejerció la Presidencia de la Convención Nacional de 1944. En sus últimos años se mantuvo totalmente apartado, publicando ocasionalmente artículos y mensajes. Su obra poética abarca los siguientes títulos: “Odas”, “La Prometheida”, “Nuevos Rubayats”, “Scherzos”, “Scopas”, “Epigramas griegos”.

Jaime Mendoza. Sucre, 1874-1939. Médico y novelista. Vivió en Uncía y Llallagua ejerciendo su profesión, y fruto de esa experiencia fue su novela “En las tierras del Potosí” con prólogo de Alcides Arguedas (1911).

A propósito de la publicación de esa novela, se produjo este intercambio de notas entre Tamayo y Mendoza. Tamayo compartía la opinión de Nietzsche sobre Zola, inspirador según él del realismo literario representado en Bolivia por Alcides Arguedas, Armando Chirveches y Jaime Mendoza, cuyas novelas calificó de “porquerías naturalistas”. Pensaba que estos autores eran “víctimas del racionalismo y la teoría de la verdad en el arte”. Los originales se hallan en el archivo de Mendoza, en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia.

Fuente: “Cartas para comprender la Historia de Bolivia” compilado por Mariano Baptista G. (Auspicio: Fundación ZOFRO, 2014)

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