Litoral boliviano: 136 años de cautiverio

No cabe duda de que el litoral boliviano fue históricamente de esta parte de los habitantes, es decir, de los bolivianos. Para empezar, a través del espejo de varios historiadores se advierte que la civilización Tihuanacota se asentó por lo menos 5 veces en épocas distintas hace muchos siglos atrás y éstos eran de esta parte del territorio que hoy se denomina Bolivia.

Más adelante, ya después de la emancipación española, José Antonio de Sucre, el Mariscal Santa Cruz y José Miguel de Velasco se preocuparon del Litoral elevando a rango de provincia después distrito mediante decretos y otros; pero lo más claro fue de Mariano Melgarejo cuando el primero de Enero de 1867 creó el departamento de Litoral.

Se habla de que políticamente estaba dividida en dos provincias, La Mar Capital de Cobija y Atacama capital San Pedro de Atacama; tenía como cantones San Pedro de Atacama, Chiu Chiu, Calama Rosario, Susquez, Conche y Antofagasta.

El Litoral boliviano tenía una superficie aproximadamente de 120.000 kilómetros cuadrados. Al Norte el límite marcaba el río loa con Perú; al Sur río Salado con Chile; al Oeste estaba el Océano Pacífico y al Este la cordillera de los Andes.

Pero, ¿qué llevó a Chile a levantarse en armas y hacer una incursión solapada después abierta?, la riqueza que tenía el Litoral: guano, salitre, plata entre otros. El guano era de las aves entre algunos guanay, pelícanos que a lo largo de miles de años lograron acumular miles de toneladas sobre todo en la parte del morro de la península de Mejillones.

El nitrato de sodio, más conocido como salitre que inicialmente sirvió para hacer pólvora y después como abono fertilizante de terrenos productivos que eran recogidos de la superficie y de par de metros de profundidad. A estas actividades se sumó el descubrimiento de la plata concretamente en la zona de Caracoles, sin hablar todavía del cobre que más adelante se convertiría en la base económica de Chile.

Algunas autoridades bolivianas habían firmado acuerdos con empresas explotadoras en 1873 y 1874 con las empresas inglesas, estadounidenses y chilenas para que exploten los recursos naturales sin límites y libres de cualquier gravamen. Más adelante, como en un intento de arrepentimiento y viendo que la pobreza de los bolivianos crecía en el departamento del Litoral, aplicaron el impuesto de 10 centavos por tonelada lo que fue el detonante final para la guerra.

Esto es lo que explica la invasión cobarde chilena es decir, su ambición por los recursos naturales. Todos estos recursos estaban siendo explotados por las empresas mencionadas y, el entonces Presidente chileno Pinto entre otros, era accionista grande de una de esas empresas, causa por la que arremetió con todo ahogando en sangre a los pocos bolivianos mal armados, un 14 de febrero de 1879.

La resistencia fue mínima, hay pueblos que se rindieron y se entregaron, con excepción de algunos que resistieron hasta la última gota de su sangre como es el caso de Calama con el inolvidable Eduardo Abaroa, Juancito Pinto y otros.

Desde entonces, hace 136 años venimos repitiendo que recuperar el territorio del Litoral, y por tanto el océano Pacífico, es un deber, sin lograr avanzar un milímetro en el objetivo trazado. Cada vez que se habla de este tema Chile nos recuerda el tratado de 1904 y todo termina ahí.

La población boliviana que habita en este minuto en territorio perdido, cuenta que los chilenos nos dicen “si quieren su territorio y el mar, recuperen como han perdido…”, lo que nos hace pensar que la única forma de tener nuestro territorio cautivo es a través de las armas; y realmente pareciera que la figura pasa por ahí.

Si la situación es recuperar nuestro territorio y la parte correspondiente del océano Pacífico, como hemos perdido, debemos prepararnos para ese objetivo estratégico. Para ello primero tenemos que dejar de ser alcohólicos. Bolivia debe ser uno de los rincones más alcohólicos de América Latina. Hay gente que bebe alcohol de viernes a lunes, y solo trabaja efectivamente martes a jueves, esta situación daña terriblemente a la producción y productividad, pues su rendimiento es poco y como consecuencia colateral enferma rápidamente y muere prematuramente.

El segundo elemento, tenemos que dejar de ser muy fiesteros. En este país no hay mes que pase sin fiesta: Ukupiña, Copacabana, Cotoca, San Severino, San Miguel, San Antonio, Santa Rita, carnavales, Chutillos, alasitas, ekeko, etc, etc, etc. Y esto implica pérdida de tiempo y dinero; las únicas ganadoras siempre son las empresas productoras de bebidas alcohólicas.

Como se ve estamos embrutecidos con alcohol y embobados por las fiestas que no nos dejan desarrollar nuestras ideas y trabajamos menos de lo debido y esto saben los vecinos con claridad meridiana (recuérdese que la invasión al Litoral boliviano se produjo en mes carnavalero) nos miden qué tipo de país somos y qué tenemos.

Bolivia necesita dar un golpe de timón, más allá de Plurinacional. Necesita ser una gran nación (respetando obviamente lo pluriétnico), una gran patria, desarrollada económica, social, científica y tecnológicamente. Fabricar desde un alfiler hasta una nave mínimamente.

Nuestras Fuerzas Armadas y la Policía Boliviana deben estar a la misma altura o mejor que el país agresor, disciplinados, ordenados con altos grados de conocimientos locales y universales. Mientras Chile cuenta con misiles de más de 500 km de alcance, nosotros seguimos con nuestros sig. 510. La distancia es abismal.

Bolivia sólo el día que esté preparada de verdad, debe hablar y hacer la recuperación del territorio cautivo. Mientras tanto los cantos de Unasur, OEA o La Haya son puros cuentos chinos y los representantes del Estado Plurinacional trinan del Mar más con fines político partidarios electorales, antes que con una opción real.

(*) alejo-s-21@hotmail.com