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Viernes 13 de febrero de 2015

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Informe Especial

Anata Andina

El alma de la cultura orureña

13 feb 2015

Fuente: LA PATRIA

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Paseando por las calles de Oruro se puede apreciar el gran valor que se da a la cultura de la región y del país, por lo que no sorprende apreciar todos los años que en la Capital del Folklore de Bolivia, cuando la Anata Andina llega con toda su tradición y se convierte en la expresión del alma de la cultura orureña.

El investigador del Centro de Ecología y Pueblos Andinos, Julián Arias Carballo, describe esta festividad como un reencuentro de la sociedad con la diversidad de los pueblos andinos y su expresión diversa.

“Hablar de la Anata Andina es hablar de la diversidad cultural existente en las comunidades del área rural de nuestro departamento. En esta celebración podemos ver, comprender, sentir y vivir la diversidad de expresiones en el Carnaval de Oruro en relación a la época del Jallupacha (tiempo de lluvia) del calendario del mundo andino”, expresó.

Según el experto, realizar un estudio general y en profundidad de la Anata Andina en este contexto, es bastante complejo, ya que cada comunidad, ayllu y pueblo indígena originario campesino tiene su propia

particularidad.

Esta celebración se encuentra estrechamente ligada al florecimiento de los campos y los primeros frutos de la producción agrícola, en consecuencia, es parte del agradecimiento a la Pachamama (madre tierra) por los productos de la temporada de lluvias en la época del Jallupacha.

“Es el tiempo de agradecimiento a la Pachamama por el florecimiento de los campos y el crecimiento de las crías de los animales. Por tanto, hablar de la Anata Andina es hablar de la riqueza multicultural y de la dimensión religiosa de agradecimiento por la lluvia y los productos agrícolas y pecuarios”, explicó Arias.

Este agradecimiento a la Pachamama se celebrará al son de instrumentos propios de la época, como son la tarka, la moceñada, el pinquillo, el t’uruma y la qunquta.

Estos instrumentos permiten a los comunarios dialogar con la naturaleza y el cosmos; con estos instrumentos se pide lluvia para los campos y también se evita las inundaciones de sus terrenos.

Según Arias, la diversidad cultural y las diferentes expresiones religiosas de las comunidades se han mantenido durante siglos a pesar de que durante el periodo colonial y republicano estas prácticas quedaron invisibles y acalladas por algunos sectores de poder que tienen como modelo de desarrollo la explotación y exportación de nuestros recursos naturales.

En consecuencia, este modelo de desarrollo no considera el desarrollo integral de los pueblos, sino más bien motiva la discriminación y promueve la destrucción de la Pachamama.

Los que participan de la Anata Andina afirman que sus prácticas culturales y vivencias religiosas están vivas como lo están sus antepasados que acompañan a las comunidades durante sus festividades.

Anata quiere decir “juego de las flores”; las flores no se ve todos los días en el altiplano, pero esta época hay flores y el viento les hace jugar; eso es lo que justamente los comunarios cargan en sus aguayos y participan de la Anata Andina. “El día del Anata es la expresión especial que hacían nuestros antepasados para agradecer a la Pachamama por todo los bienes que nos da en nuestros hogares, en nuestras comunidades y nuestros campos. Ahora queremos demostrar a todo el mundo la alegría por nuestra producción y por eso estamos junto a nuestros hermanos de Oruro, Potosí y Cochabamba”, remarcó Arias.

Por otra parte, es importante considerar que todo acto cultural, en el mundo Andino, es la solicitud de licencia a la Pachamama; se pide a los lugares sagrados y a los antepasados que protejan a la comunidad y que durante su participación en esta Anata Andina no exista ningún tipo de inconvenientes ni problemas, sino más bien “que todo se lleve en un ambiente de confraternidad y armonía para nuestros pueblos”.

Pero para las comunidades no todo termina ahí, sino más bien es el inicio de una serie de festividades a realizar por este tiempo de las lluvias y esta época agrícola, cada comunidad iniciará su celebración ya desde el Domingo de Carnaval, el lunes y martes visitarán los sembradíos y se adornarán los campos.

Otra de las características de la época es el ‘paqumaku’ con plantitas arrancadas después de realizar la ch’alla a la chacra. Esta ch’alla debe realizarse con mucho respeto. Estas plantitas, luego, son cargadas por las mujeres y al son de la tarqueada son llevadas hasta sus hogares. Posteriormente las plantitas son colocadas sobre una mesita para realizar un ritual, pidiendo a la Pachamama que la cosecha del año sea fructífera y el alimento no falte en los hogares.

Esta práctica cultural aún se mantiene en muchos lugares, pues permite compartir los productos agrícolas con quienes no tienen siembras, pero con la condición de que realizan la ch’alla correspondiente con serpentina, coca y un poquito de alcohol.

Haciendo esto, la persona visitante puede arrancar un par de matitas de la chacra pidiendo permiso a los ancestros y a la Pachamama y agradeciendo por la comida que será otorgado para todo el año.

Fuente: LA PATRIA
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