Martes 10 de febrero de 2015
ver hoy
Entre el Cerrato y el Luricancho
hay una boda de niños,
son las nubes que hacen música
los dedos están en el viento
y el charango en la montaña;
la ciudad con velos blancos
canta rocas en los cielos
y palomas en sus calles.
No sé si por colina
gana el Socavón en altura
o por estar allí la torre más alta
de nuestras vidas
la que bendice la lluvia
con un juego de campanas.
El cerro-santuario es
escultor y poeta,
en el cristal uru del lago
modela versos de nubes.
Sus aguas sueñan
vencer el pecho de los arenales
para exprimir a las calles
sus pájaros.
Cada mañana al alba
comienza la fiesta bella.
De San José a Chiripugio
el aire insiste una canción de estaño
y abre sus manos en cuenco
para untar maná en sus cumbres.
En las faldas del Pie de Gallo
con madrigales despierta
una ciudad tan humilde
-Pesebre, cruz, pasión y muerte-
que por eso la Virgen ha escogido
vivir entre su gente.