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Lunes 09 de febrero de 2015

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Lunes 09 de febrero de 2015
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Último Convite anunció al mundo la llegada del Carnaval de Oruro
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Así es la Obra Maestra
El Misal del Moreno sirve para la bendición de la vestimenta
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Gobierno controlará uso de animales silvestres en las fiestas de Carnaval
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Ministerio de Salud reporta 160 casos de dengue en el país
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En Caranavi se produjeron 23 casos de violación a menores en 39 días
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Varios
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Vehículos
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Casas y lotes
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Alquileres
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Anticréticos
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Empleos
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Teléfonos
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MÚSICOS
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Maquinarias
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Espacio aéreo: ficción extraordinaria
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Editorial
Se cumplió el último ensayo
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Picadas
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Somos lo que consumimos
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La Candelaria
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Reducir el número de vacas para salvar al planeta
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A cargo de la Gobernación y el Municipio
Siete condecoraciones listas con motivo del 10 de Febrero
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Abandonan cadáver de mujer que transportaba droga
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Control a hoteles será riguroso y permanente
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Con lágrimas, danzarines expresan su fe y devoción a la “Mamita del Socavón”
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Autoridades expresan su fe y piden la bendición de la Virgen del Socavón
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Murió al pié de un vagón
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Murió tras chocar su coche contra una rotonda
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Luego de avalúo
Licitan proyecto de refacción de la Terminal de Buses y el hotel
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“Mañazos” hicieron práctica del Convite
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Algo más de 7.000 personas fueron capacitadas en educación ambiental
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Les hizo varios milagros
Danzarines tienen fe “ciega” en la Virgen del Socavón
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Imagen de la Virgen del Socavón recorrió un camino de flores y oración
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En el Último Convite
Los cargamentos fueron adornados con flores para la Virgen del Socavón
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Alcaldía instalará 200 baños químicos en ruta del Carnaval
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Ritmos del Carnaval de Oruro se gozó a través de sus bandas
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Waca wacas reafirmaron su compromiso con la Obra Maestra
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“La mujer de barro” engrosa la presencia chilena en la Berlinale
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Los “Negritos” perdieron a su personaje del esclavo
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Juan Vidal y su gusto por la danza
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Obama recibirá a Merkel con la guerra de Ucrania como acuciante reto común
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Volcán en Guatemala disminuye erupciones y abren aeropuertos
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Al menos 3.000 sudaneses huyeron a Sudán del Sur tras combates
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Oposición llevará al Congreso reclamo por enigmática muerte de fiscal Nisman
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Invitación Religiosa
Sr. JUSTO MURILLO ROMÁN (Q. D. D. G.)
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Invitación Necrológica
Sra. CARLOTA GONZALES DE ESCALANTE (Q. E. P. D.)
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MIRIAM TERESA MENDOZA ALBORTA (Q. D. D. G.)
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Invitación Religiosa
Téc. JUAN CARLOS AGUIRRE GALINDO (Q. D. D. G.)
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Ejecutarán controles en alojamientos y hoteles de Oruro y Santa Cruz
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El mar de Bolivia y las trampas de Chile
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Se trata de un varón
Reportan segundo caso de chikungunya en Santa Cruz
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Oruro: La valentía de un pueblo
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Grandioso Último Convite
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Devoción en la previa a la “Obra Maestra”
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Así se vive la “Obra Maestra”
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Algarabía en “examen” previo al Carnaval
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Editorial y opiniones

Somos lo que consumimos

09 feb 2015

Alberto López Herrero

Vivimos en un mundo globalizado donde el ser equivale al tener y en el que, por ese motivo, no siempre adquirimos los productos por verdadera necesidad. Si conociésemos el proceso de elaboración de lo que consumimos, comprobaríamos que la mayoría de los productos tiene materias primas extraídas en África o en Hispanoamérica. Que en muchos casos, aparte del impacto ambiental de estas cadenas de producción, las materias primas viajan después a un país del sudeste asiático para ser procesadas por una mano de obra tan barata que se puede definir como esclavitud. Y que, por último, el producto, bien embalado y con un gasto de combustible desorbitado, llega al país de consumo final.

Éste es el esquema que hay detrás de nuestros hábitos de sobreconsumo y que implican una deslocalización de la producción y unos peajes impagables en explotación laboral y en contaminación. Preguntarnos quién y cómo se hizo lo que compramos y de qué manera llegó a nuestras manos es el primer paso para luchar contra lo que Carl Marx definió como fetichización de la mercancía, que significa comportarnos con responsabilidad ante el impulso consumista de preferencias y marcas que nos rodea.

Vivimos en la continua contradicción de tener unos recursos naturales finitos dentro un sistema despilfarrador que necesita un crecimiento económico infinito para sobrevivir, y eso es insostenible por mucho que la naturaleza tenga una gran capacidad de recuperación.

Los ecologistas han resumido el proceso de reducir el consumo y cuidar el medio ambiente en las tres erres: reducir, reutilizar y reciclar, en ese orden, porque de nada sirve reciclar envases si seguimos consumiendo de forma compulsiva. Hay quienes, además, añaden otras dos erres: recuperar, que implica que muchos productos se pueden arreglar cuando se estropean, y rechazar, tanto lo que no necesitamos comprar como lo que nos ofrecen sabiendo que durará pocos segundos en el producto pero será dañino para el medio ambiente durante años, como los embalajes.

Y es que, en cuestiones de consumo, todo responde a un plan estratégico que se cumple al milímetro y cuya única finalidad es el dinero. Cualquier situación tiene su definición. Por ejemplo, el reemplazo de un producto al que nos vemos obligados, bien porque cuesta lo mismo arreglarlo que adquirir uno nuevo, bien porque dura menos de lo que debería y queda inutilizado, responde a los términos de obsolescencia programada. ¿Por qué un electrodoméstico antes duraba 20 años, o más…? Pues muy sencillo, los productos se fabrican, de manera intencionada, para de duren menos de lo que podrían y deberían con la finalidad de consumir más.

Es entonces cuando se vuelve al principio: mayor gasto de recursos naturales, de combustible, de transporte, de mano de obra sobreexplotada y, en definitiva, un despilfarro absoluto si añadimos la ropa que no dura más que una temporada -y la que compramos en rebajas sin necesitarla- aparatos electrónicos que se estropean cuando vence la garantía, averías mecánicas a partir de los ocho años de tener un vehículo que hacen plantearse de forma seria su sustitución por otro nuevo, productos alimenticios que dejamos caducar o que tiramos por su mala apariencia…

Un círculo vicioso que podemos aplicar también a la comida y preguntarnos cómo es posible que con más de 900 millones de personas que pasan hambre en el mundo, según la FAO, puedan desperdiciarse 1.300 millones de toneladas de alimentos al año, lo que supone alrededor de 135 kilos por persona; o cómo es posible que los océanos se hayan convertido en los mayores vertederos de basura… Son cuestiones sin una respuesta clara y que no sólo ahogan los mares, sino que asfixian a los países y, sobre todo, condenan a sus poblaciones al no poder hacer frente al consumismo.

El límite para humanizar nuestro consumo estará donde nos lo pongamos cada uno, pero un primer paso para poder cambiar actitudes y pensar más en los demás y menos en lo que nos gustaría tener pasa por la información, ese bien tan preciado por el poder como manipulable, y que aclararía muchos aspectos de la producción más allá del etiquetado y de las características del producto. En nuestras manos, por tanto, está el consumo responsable y el futuro los recursos naturales.

(*) Periodista

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