El socialismo revolucionario de Marx y el socialismo comunitario de García Linera
07 feb 2015
Adhemar Ávalos Ortiz
En el análisis de la historia de la Revolución no se pretende, ni se debería, hacer apología de los forjadores del análisis crítico marxista, simplemente resaltar -cuando corresponda- y, en su caso, interpretar las ideas de los creadores de la transformación revolucionaria en un contexto contemporáneo tan complejo y diverso como es el del siglo XXI. Pero, en este escenario complicado se aparecen “gurús” que pretenden saberlo todo sobre el marxismo-leninismo y “vomitan” expresiones deliberadamente confusas, las que están destinadas a confundir a gente que ha leído poco o nada sobre los escritos de grandes revolucionarios como Marx, Éngels y Lenin, y peor todavía de otros: Che Guevara, Rosa Luxemburgo, Gramsci, Habermas, Adorno, Lukacs.
En el “Manifiesto Comunista”, obra fundacional del movimiento comunista internacional, se decía con claridad: “La revolución comunista es la ruptura más radical con las relaciones de propiedad tradicionales, nada de extraño tiene que en el curso de su desarrollo rompa de la manera más radical con las ideas más tradicionales”, y al hablar de relaciones de propiedad tradicionales, se refiere nítidamente a propiedad privada de medios de producción, no solamente a la burguesa, aún siendo la más poderosa, sino también a otras como las vigentes en Bolivia, donde la tierra y muchas fábricas también están en manos de propietarios individuales o grupales, al margen del Estado.
Y el socialismo, en el entender de los clásicos del marxismo, no puede ni debe estar separado del comunismo, el que es asumido así: “El comunismo es la doctrina de las condiciones de la liberación del proletariado” (Manifiesto Comunista). No debemos olvidar los principios que deben regir en el socialismo: “Dé cada cual según su capacidad, a cada uno según su trabajo”; y del comunismo: “Dé cada cual según su capacidad, a cada uno según sus necesidades”. Existe una conexión lógica dialéctica entre estas dos fases que se refieren a la emancipación plena de la Humanidad.
A contracorriente de estas ideas, el vicepresidente Álvaro García Linera, en su discurso de posesión del 22 de enero, expresó: “Socialismo, entonces es un largo proceso de transición en la que el Estado revolucionario y los movimientos sociales se fusionan para que día a día se democraticen nuevas decisiones, para que día a día más actividades económicas entren a la lógica comunitaria en vez de la lógica del lucro”. Además, indica: “El socialismo no es una nueva civilización, una nueva economía, una nueva sociedad, es un campo de batalla entre lo nuevo y lo viejo, entre el capitalismo dominante y un comunitarismo insurgente…”.
Para refutar, el comunitarismo es más sueño que realidad. De manera precaria solamente se dio en la sociedad primitiva, pero con graves deformaciones ocasionadas por la lógica del poder que acabó determinando su curso posterior y su devenir: sociedades de clases. Pretender que el socialismo es solamente un campo de batalla y no la parte inicial de la totalidad social comunista, es una aberración teórica y política, un intento oportunista de acomodar el desarrollo social a los propios deseos angurrientos. Al socialismo, en el entender marxista, sigue el comunismo y en ningún caso una pre-sociedad plagada de contradicciones. Ni siquiera a la llegada de los conquistadores españoles existieron estructuras auténticamente comunitarias, sino formaciones tributarias y culturas atrasadas violentas. El socialismo y el comunismo son sociedades modernas, el comunitarismo implica el pasado con toda su carga de injusticias y violencias. Y Don Álvaro García Linera lo sabe perfectamente porque ha leído mucho.
Los que fungen como cabezas del MAS deben dejar de utilizar al marxismo como cobertura de sus deformaciones ideológicas y políticas. Y la consigna “Patria o muerte, venceremos” del Che tiene que ser quitada de su cotidiana propaganda mediática e institucional. Les valdría más rasgarse las vestiduras e identificarse como lo que son: “padrinos de la nueva oligarquía, socialista de discurso y neoliberal de práctica”. Sería por lo menos decente, aunque esto ya lo olvidaron hace mucho, si es que alguna vez lo tuvieron en cuenta.
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