Corría el año de 1912 y cuenta la leyenda que en una hacienda allá, por Cala Cala, transitaba una pareja de indígenas, la mujer en estado de gestación avanzado. De pronto sintió intensos dolores en el vientre, lo cual comunicó de inmediato a su pareja. Este con profunda preocupación, miró en torno y pensó: -¿Qué hago?, no hay ni un árbol para hacerla recostar, volvió a mirar y de pronto divisó un árbol coposo, donde ayudó a recostarse a la mujer.
Luego volvió a mirar alrededor y pensó ¿Quién me ayudará? si no hay nadie por acá y volvió a mirar y vio a un hombre, de túnica blanca, barbado y en actitud diligente, quien acercándose, le preguntó qué era lo que le preocupaba.
El indígena le dijo: -Tatay, mi mujer está a punto de dar a luz y yo, no se cómo voy a ayudar.
- El hombre barbado, solícitamente se ofreció a ayudarle, poniéndose de cuclillas, para asistir a la parturienta. Concluido el trabajo, el hombre de túnica blanca y barba espesa, tomó al recién nacido en el hueco de su mano y se dirigió a La Laguna, que corría cristalina, para bañar a la guagua, cual experta matrona, luego de este cometido, se quitó del cuello, una especie de chalina o alba, que llevaba colgada y en ella, arropó al niño, entregándole al campesino, con la satisfacción del deber cumplido, recomendándole que la madre descanse un poco y antes de caer la tarde, se trasladen hacia su hogar.
Ante este hecho, el campesino en agradecimiento, le pregunto: -Tatay, ¿quién eres? y ¿dónde te voy a encontrar?. yo quiero que hagas bautizar a la guagua.
El señor barbado en perfecto quechua (lengua hablada por los indígenas de esa región) le dijo: -Llegando a Oruro, en la plaza, vas a buscar unas rejas verdes (khomercito), ingresas a esa casa (huasi) y preguntas por tu compadre. Así preguntas, porque ahí yo vivo y ahí te van a comunicar conmigo, entrando a la derecha ahí te voy a estar esperando.
-Pasó el tiempo y cuando ya se acercaba la fecha en que la guagua debía cumplir un año, el campesino se afanó por venir a la ciudad a buscar a su compadre, para hacer bautizar al pequeño (costumbre propia, entre los campesinos de bautizar al año, para celebrar la llegada de los niños), cuando llegó a la plaza, divisó la reja verde en la esquina que le había indicado su compadre, ingresó con temor en ella, pero grande fue su sorpresa al ver que se trataba de una iglesia (la catedral antigua, recuérdese que tenía unas rejas verdes), perplejo el hombre miraba de un lado a otro, hasta que al fin acudió en su ayuda un sacristán, quien le preguntó el motivo de su visita. El indígena le dijo: -Busco a mi compadre, él me dijo que vive aquí.
El sacristán le respondió: -Aquí sólo viven los sacerdotes, el campesino, pensó… recordó su aspecto, podía ser un cura, miró nuevamente en torno suyo y grande fue su sorpresa, cuando descubrió a su compadre, estaba crucificado, entrando a la derecha, como le había señalado, cuando le dio sus referencias entonces exclamo, sorprendido: -TATA COMPADRE, se refería a la imagen, que se conoce como el Señor de Burgos, que hoy todavía se encuentra en la Catedral de Oruro.
Esta leyenda, me fue transmitida de manera oral, por mi madre Felicidad Orosco de Rocha, quien fue devota del Señor de Lagunas, cuya réplica se encuentra también en la Catedral.
Fuente: Norka Rocha Orosco
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