Una de las promesas del Mandatario, que asumió el mes pasado su tercer mandato, es reducir en éste quinquenio la extrema pobreza del 18,8 por ciento vigente a sólo el 8 por ciento, lo que favorecerá a miles de bolivianas y bolivianos que todavía se debaten en serias restricciones económicas.
El Presidente expresó su compromiso de reducir hasta el 2020 la extrema pobreza a sólo un dígito el 8 o 9 %. “Vamos a cumplir porque aprendimos en los nueve años de gobierno” apuntó, añadiendo que durante su mandato también bajó la desigualdad en los ingresos de la población.
Entre otros detalles sobre materia de ingresos económicos para la ciudadanía nacional, se menciona que los hogares beneficiados con bonos y rentas en 2005 representaban un 16,5 %, en tanto que en 2013 el porcentaje se elevó al 64,3 % del total de familias. En cuanto a la tasa de desempleo urbano en el país, descendió de 8,01 % en 2005 a 3,2 % en 2013.
Para los observadores económicos, algunos analistas y varios políticos, es evidente que se han producido cambios económicos en el país en los últimos años gracias a la bonanza generada por la exportación de nuestros recursos naturales a buenos precios y a las políticas redistributivas de los ingresos del país a través de bonos a favor de los diferentes sectores sociales.
El problema previsible por la baja en el precio del petróleo y que en el caso nuestro tiene efecto en el precio del gas que exportamos, podría generar un bajón en los índices de la distribución de beneficios para las gobernaciones y municipios, forzando a un cambio no esperado en lo que representa hasta ahora la entrega de recursos del Estado para impulsar proyectos de desarrollo.
Lo delicado está en el rubro de los bonos que funcionan efectivamente gracias a la venta de nuestro gas a los mercados de Brasil y Argentina y que podrían tener un recorte temporal, en función al periodo que se mantenga la baja cotización del petróleo y que obligue a modificaciones en la estructura porcentual que se destina a los beneficios que ahora gozan varios sectores sociales de la población boliviana.
El plan de reducción de la extrema pobreza puede variar en su proyección de disminuirla a sólo un dígito en el curso de la gestión, todo dependerá del tiempo que persista la caída de los precios internacionales para petróleo (gas) y también de los minerales, estos últimos que de algún modo podrían reemplazar los ingresos que se restrinjan en la venta del gas, pero lo ideal será que cuanto antes y este es un tiempo propicio, de dispongan recursos para encarar una “reactivación” efectiva de la minería, la metalurgia y un avance paulatino hacia su industrialización.
No hay que dejar de lado la aplicación de un programa de emergencia para movilizar la diversificación del sistema productivo nacional, tomando en cuenta los sectores agrícolas y ganaderos, el turismo y la artesanía, por supuesto la gran industria nacional, pero también sectores micro y mediano empresariales que están necesitando de incentivos para mejorar el volumen de su producción y llegar a mercados externos, pero bajo seguridades de comercialización con justa y oportuna retribución financiera.
Con estos y seguramente otros argumentos, es posible mantener los programas de orden social en el país, bajar el índice de extrema pobreza y sostener el beneficio de los bonos para un alto porcentaje de la comunidad que ya tiene por seguro ese apoyo estatal.
Fuente: LA PATRIA
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