Al asumir su tercer período de gobierno, el Presidente de la República expresó conceptos claros sobre la necesidad de que haya conciliación en el país. La urgencia de que haya concordia y unidad entre todos, debe ser, en todo caso, la tónica fundamental del régimen, habida cuenta que en nueve años de gobierno se ha adquirido la experiencia de que la desunión y las posiciones contrarias entre todos los bolivianos no son convenientes.
Vivimos tiempos difíciles, no obstante los éxitos económicos pregonados, por diversas causas y una de ellas es la crisis de precios de los hidrocarburos que, contrariamente a muchas predicciones, ha bajado hasta límites imprevisibles. Por otra parte, los precios de los minerales tampoco dan para optimismos; menos el valor de otras materias primas – entre ellas alimentos – que impliquen optimismos de ninguna clase.
Para enfrentar la crisis es preciso, pues, unidad y concordia entre todos porque el Gobierno, solo, podrá muy poco, puesto que precisará de la comprensión y apoyo de la colectividad porque es ésta la que soportará las consecuencias de la crisis y si el común del pueblo no demuestra coraje y disciplina ante lo que sobrevenga, serán tiempos difíciles para quienes administran el país.
Hay que convenir que el país se ha sobrepuesto a muchas dificultades en el pasado y ello fue posible porque todos los bolivianos tomaron conciencia de las realidades que se vivían y, resignada y conscientemente, hicieron frente a las dificultades. Es evidente que la pobreza aumenta en tiempos críticos y también es evidente que la riqueza de los valores morales adquiere mayor fortaleza. Así, en situaciones difíciles, en Bolivia hubo la capacidad para enfrentar los desafíos y superarlos.
Lo expresado por el Presidente tiene que ser realidad; pero, para ello será preciso que el gobierno dé ejemplo de fortaleza, energía, disciplina y práctica de valores y principios para enfrentar los males que sobrevengan; que la austeridad, la mesura y prudencia en los gastos de lo que tenga el país sea una misión y hasta un apostolado; que el dispendio y los gastos a manos llenas se dejen como mal recuerdo del pasado.
Tanto cuanto haga el Gobierno, su equipo y sus correligionarios partidistas, lo hará el pueblo porque el ejemplo de las autoridades siempre es importante en la superación de cualquier dificultad. Un viejo dicho señala: “El que tiene poder tiene que usarlo para superarse, no para superarlo en contra de los que no tienen el deber para sufrirlo”. Cuanto mejor obre el Gobierno, más beneficiado será el pueblo puesto que lo bien que se obre redundará siempre en contra de lo malo o contrario al bien común.
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