Las distorsiones de la historia en el discurso presidencial de Tiahuanaco
27 ene 2015
Adhemar Ávalos Ortiz
Si un presidente de un país cualquiera no es especialista en Historia, y no necesariamente tiene que serlo, debe contar con asesores que le ayuden a estructurar un discurso válido de acuerdo al nivel de desarrollo del conocimiento, casi siempre precario en lo que toca a épocas remotas, pero igualmente consistente a partir de las investigaciones de connotados científicos de muchas disciplinas teóricas. Es lamentable lo que ha sucedido en Tiahuanaco el 21 de enero pasado cuando el Primer Mandatario de Bolivia, Evo Morales Ayma, cometió gruesos errores en la descripción de hechos sucedidos en épocas pasadas en el continente americano.
Independientemente de aspectos mitológicos y geográficos, que no tienen mayor importancia más que la que le asignan los “pachamamistas de nuevo cuño”, como “Con el permiso de nuestras ‘huacas apus’, ‘achachilas’, ‘mamanis’; bajo la mirada de la Cordillera de los Andes, Huayna Potosí, Illampu, Illimani, Chorolque…”, se dieron a conocer varias inexactitudes que evidencian el apresuramiento y la falta de consulta de fuentes históricas serias y hasta la improvisación, cosas que deslucen el valor de un evento, más mediático que importante para un pueblo boliviano pluricultural.
Para empezar, el Presidente, al referirse al exterminio de los habitantes de lo que hoy son Canadá y Estados Unidos, dijo: “Se calcula que hasta el Siglo 16, hicieron desaparecer 140 millones de indios y a los indios que sobrevivieron a esta masacre, les condenaron a vivir en pequeñas reservas hasta hoy en día, como en parques zoológicos”. Una cifra exorbitante y absurda. En realidad, de acuerdo a diversas estimaciones de estudiosos de la ciencia histórica y antropológica, la población en esta región del continente no habría sido, siendo muy optimistas, mayor al cuarto de millón de habitantes, distribuidos en pequeños núcleos que rara vez superaban el centenar de personas y agrupados por etnias no más de 10 mil. Por otra parte, los conquistadores ingleses y franceses recién llegaron a Norteamérica en el siglo XVII.
Otra inexactitud salida de las ramas es la siguiente: “Lo mismo pasó en Centroamérica, se calcula que murieron 10 millones de aztecas en nuestro continente”. En primer lugar, los aztecas ocuparon un territorio que hoy pertenece a un país llamado México y que se encuentra dentro de los límites de Norteamérica y no de Centroamérica. En segundo lugar, la población del Imperio Azteca, incluyendo pueblos subyugados no pudo superar el millón de habitantes. Su capital Tenochtitlán apenas tenía 150 mil habitantes. Además, la primera autoridad del país no mencionó los crímenes religiosos de esta civilización: cada día se sacrificaban cientos de seres humanos en honor a su Dios Sol llamado Huitzilopochtli.
Otra tergiversación tiene que ver con la siguiente afirmación: “…la historia nos dice que solo en el cerro de Potosí, murieron como 10 millones de indígenas quechuas y aymaras”. Uno se pregunta con mucha sorpresa: ¿En qué fuente histórica se habrá basado para pronunciar semejante frase?, ¿dónde estarán las tumbas de tal número de indígenas? Y si fueron prácticamente exterminados tantos, ¿por qué ahora existen en tan gran cantidad?
Otra cita carente de validez científica es la siguiente: “... nació el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo y el imperialismo…”. Es una inapropiada interpretación de las totalidades sociales que se fueron desarrollando en el largo transcurrir de la Humanidad. El imperialismo no es independiente del capitalismo, sino su fase superior, algo que bien le pudo haber aclarado su propio compañero, el vicepresidente Álvaro García Linera, el que dice haber leído miles de libros.
Para terminar, sin ánimo de molestar a autoridades elegidas por un 61% de bolivianos, se ha hecho necesario aclarar los datos y hechos para que las nuevas generaciones no se formen con conocimientos falsos y los repitan a los cuatro vientos. Si bien la historia puede ser modificada a partir de nuevas evidencias, esto debe ser a partir de estudios serios y profundos y con la participación de especialistas.
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