El pasado fin de semana, cuando me aprestaba a preparar el artículo sobre la problemática orureña, revisando diferentes páginas de la prensa nacional, capté una información en sentido de que el proceso capitalizador emprendido entre 1989 y 2000, todavía es necesario, porque permitió sacar de la quiebra a empresas estatales reduciendo su falencia económica.
Lo anterior evidencia que la medida adoptada en esa ocasión, era algo que valía la pena para reconducir propositivamente el desarrollo integral del país, algo que en la actualidad merece profunda atención del gobierno presidido por Evo Morales.
Es importante tomar en cuenta la opinión de analistas en la materia, esperando que el Señor Presidente sienta piedad por el pueblo boliviano, trabajando con sinceridad a favor de diez millones de habitantes, precautelando la vida de cada uno de ellos, mejorando la educación, garantizado una labor obrera permanente capaz de solventar una armoniosa convivencia familiar.
Su Excelencia, durante su tercer periodo, tiene que pensar en superar el índice de crecimiento del Producto Interno Bruto y no seguir viviendo en medio de una bonanza ficticia lo cual provoca el declinamiento de la economía nacional.
Es imprescindible atraer el capital privado para dar lugar a inversiones que signifiquen el adelanto y fortalecimiento del país. No se debe permitir a que los ingresos obtenidos, sean dilapidados en cosas insulsas de ningún provecho para el grueso de la población.
En ese marco no puede pasar desapercibido lo que ocurre con la economía mundial, especialmente por la constante baja en el precio del barril de petróleo, algo que incidió notablemente para la depreciación de la moneda internacional como el yen y el euro con relación al dólar estadounidense que ahora, nuevamente, se ha fortalecido, constituyéndose en un referente creíble para transacciones de tipo comercial, gracias a una política financiera de envergadura realizada por Estados Unidos en estos últimos cinco años.
Por todo lo anterior, en nuestra nación, es indiscutible llevar adelante planes y programas destinados a mejorar áreas productivas en minería y aquellas que producen la obtención de recursos financieros.
Como se puede advertir, la misión presidencial está enmarcada en una acción decisiva si queremos que Bolivia esté en los primeros lugares de Sudamérica, situación que es realizable, si don Evo Morales coordina su labor con autoridades departamentales, no dando crédito a imposiciones partidistas de grupos que sólo buscan el permanente descontento y enfrentamiento entre bolivianos.
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