Miercoles 21 de enero de 2015

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Si Chile tiene a un Pablo Neruda el cual es su espíritu de vida triunfal de ellos; Argentina a un Diego Armando Maradona considerado por todos los gauchos como un semidiós del fútbol; Francia luce a un imponente Napoleón Bonaparte, etc., ahora sí Bolivia tiene a un deportista mundial, ícono laureado Walter Nosiglia, quien de la mano de su esfuerzo, de los latidos de su corazón de lobo del desierto y de su garra mental, mediante la tricolor y la whipala a todos nos dio un jalón humilde profundo de autoestima, que si algo nos faltaba a los compatriotas era eso precisamente, tras décadas de mala racha deportiva ahora con orgullo podemos gritar que el dorsal 283 es la nueva estrella a seguir.
El camino plateado, humilde que nos muestra que nosotros los habitantes de este vergel somos mucho más de lo que siempre nunca hemos sido capaces de salir, pero un hombre con el espíritu propio de los héroes que dan su vida por los demás, sentado en un cuadriciclo supo domar, ocultando su dolor, los difíciles caminos que de por sí pocos humanos de la tierra se animan a surcar.